jueves, 29 de abril de 2021

La niña que quiso ser reina de Jimmy Sierra y José Amado Polanco. Reseña por Leibi Ng

 


Continuando con la colección loqueleo para los más pequeños, +4 que se identifica con el color verde de su lomo, presentamos La niña que quiso ser reina, del autor Jimmy Sierra con ilustraciones magníficas de José Amado Polanco.

Historia forjada para combatir la vanidad, resalta los valores de naturalidad y amistad.¨

En la contraportada leemos:

«Nati es una niña muy hermosa que tenía muchos amiguitos en su barrio, pero un día le dio por ser reina y se apartó de los suyos para participar en un concurso de belleza. Al ganarlo, fue a parar a una exhibición. Por suerte, comprendió que aquello no era para ella y pudo regresar al barrio y reintegrarse a su comunidad».

«Este cuento enseña que los niños nunca deben sentirse superiores a sus compañeros y que no pueden confiar en personas y eventos desconocidos, pues pueden ser perjudiciales».

Desde la óptica actual en que la cirugía estética ha alcanzado niveles insospechados, esta historia es naturalista y sencilla.

Jimmy Sierra equipara a los seres humanos que han obtenido galardones como ejemplares preciosos con los animales del circo que son expuestos a la contemplación del público en jaulas. Entiendo que esta obra fue escrita hace mucho tiempo.

También critica el maquillaje excesivo como dañino lo cual es cierto, pero pone: "el maquillaje de todos los días" y esto no es así, ya que el cuidado diario de la piel ha alcanzado niveles positivos al poner la cosmética al servicio de la salud. Hago el señalamiento porque los pequeños lectores sentirán la contradicción entre lo que sucede en la historia y lo que observan diariamente en sus madres, hermanas mayores, personajes de la televisión y el cine, etc.

Al igual que Pinocho, Natividad se arrepiente dado el fuerte precio pagado como castigo. Lo que sí tiene valor es que ella, en lugar de tratar de borrar el pasado y empezar de cero donde nadie la conociera, retorna a su lugar de origen y reconquista a sus amigos quienes la querían por ser quien era, no por su apariencia.

«No hay mayor belleza que la amistad», más bien debe referirse a la belleza innata del ser, su carácter y personalidad y el cultivo de su conciencia, ya que aún para ganar un concurso de belleza se requiere de la ayuda de los amigos, pero para sentirnos bien con nosotros mismos, es un acuerdo con la propia persona.

Espero que esta obra permita a padres y maestros la oportunidad de equilibrar los argumentos evitando ideas radicales.

©Leiby Ng


martes, 27 de abril de 2021

Nube de caramelo de Johanna Goede. Ilustraciones de Ruddy Núñez loqueleo +4

 


Poco a poco se va ensanchando la colección loqueleo para los más pequeños. El color verde corresponde a los +4 y lleva varios títulos*.

La autora Johanna Goede ofrece su Nube de caramelo compuesto por poemas tipo haikú con la idea de que los pequeños se motiven y creen sus propios inventos partiendo de las referencias.

Cuando yo escribí Poemas del Jardín, para leer un chin; poemas del patio, para leer otro rato, tenía en mente al mexicano José Juan Tablada, pero me falló la memoria y puse mona:

El pequeño mono me mira…

¡Quisiera decirme

algo que se le olvida!

José Juan Tablada 

El haikú, sin duda, es una oportunidad grandiosa para combatir la idea de que la poesía es tontería, de que el poeta no sirve para nada y de que los que se dedican a ella solo pierden su tiempo. ¿Por qué? por su aparente sencillez y su profunda mirada. Además, ese deslumbramiento por la observación de la Naturaleza, no debería abandonarnos jamás. 17 sílabas de 5, 7, 5 están destinadas a descubrir el mundo, a partir de uno mismo.

Todos los niños son genios, lo dice Johanna y yo lo creo desde que tengo uso de razón. Atesorar sus ocurrencias y salidas de ingenio no es tarea fácil. Encaminar esa energía pura hacia la belleza y el amor, es solo para privilegiados. Dentro de cada ser humano existe un privilegiado, pero la clave es autodescubrirse. En fin, lo entiendas o no, como dice Desiderata, has crecer la poesía en ti y a tu alrededor.

Resumiendo, acercar la poesía a los más pequeños es una misión que debe abrazar todo escritor dedicado a sembrar en los niños al potencial gran lector del mañana.

En Nube de caramelo, Johanna, la abuelita de Enrique Manuel, que vive en la montaña, podemos encontrar poemas similares a estos ejemplos:

Esa nube es

un algodón gigante

¿Será de azúcar?

___________ Johanna Goede_______________________

Dulce sonrisa

la abejita le da

al niño su miel

__________ Johanna Goede_________________________

Saltan y brincan

la pelota y el niño

y el perro también.

__________ Johanna Goede________________________

Johanna Goedes rodeada de chiquillos

Johanna Goede nació en Puerto Plata un 6 de diciembre. Es miembro de la Sociedad Cultural Renovación, con la cual realiza infinidad de actividades para niños en esa provincia norteña. Ha publilcado varios libros de poemas y relatos para niños, entre los que se encuentran Ya sé quién es Dios, Las maripositas Mirabal, El caballito Luperón, Agüita, Átomo; El primer pueblito y Las galleticas de la abuela. También escribe poemas para adultos. Ella dice que dentro de cada niño habita un genio dormido y que solo tienen que estudiar con pasión para despertarlo.


 *Serie +4


Carmen Esteva

Mario tiene una hermanita

Acuerdo entre hermanos 


Elizabeth Balaguer

Las letras andarinas

¡Yo no estoy perdido!


Jimmy Sierra

La niña que quiso ser reina

La jaibita Matilde 


Clásicos

Cuentos clásicos de hoy y de siempre

El patito feo


Dulce Elvira de los Santos

El trencito azul

La sombrilla que perdió los colores 


Hortensia Sousa de Baquero

El cangrejito escarlata



.

lunes, 26 de abril de 2021

Literatura y Público Infantil, artículo de Andrés L. Mateo, publicado en El Siglo, el 9 de diciembre de 1992

Comentarios

Sobre el Tiempo Presente/ANDRÉS L. MATEO 

Andrés L. Mateo (1946; Santo Domingo) es un escritor, novelista, poeta, filósofo, educador, crítico literario, ensayista e investigador [1]​ dominicano, ganador del Premio Nacional de Literatura 2004. Wikiperia


A Lorelay Carrón, Eleanor Grimaldi y Leibi NG. 

La literatura infantil, o literatura para niños, no ha tenido en nuestro país muchas teorizaciones ni realizaciones. Son contados los libros infantiles que se publican en nuestro medio, y muy pocos los escritores con un cierto perfil profesional que han publicado textos infantiles. Con excepción de Marcio Veloz Maggiolo y su libro De dónde vino la gente, basado en las observaciones de Fray Ramón Pané, únicamente Manuel Rueda intentó reunir en un volumen trabajos narrativos de diversos autores dominicanos.

El niño es una figura sublimada del entorno social, y la dificultad de acercarse a su mundo estriba, a mi modo de ver, en que la fantasía no puede codificarse, puesto que sus raíces son el universo onírico que escapa constantemente a nuestro control. La tradición pretende, a través de la escritura de un texto para niños, ofrecer una diversión y unos conocimientos. El modelo es siempre el de una literatura edificante que subordina toda la historia a una moraleja que puede o no estar oculta en el relato. Pero, a la luz de los nuevos conocimientos sicológicos, ¿puede considerarse adecuada una literatura infantil que solo ofrece balbuceos, consignas, o verdades codificadas de antemano en la retórica implícita de una moraleja?

Es claro que el mundo de hoy es un mundo complejo, y que el bombardeo de informaciones que recibe el niño sobre el mundo exterior abruma la vieja noción de minoridad intelectual. Los mismos mecanismos de la modernidad, sin embargo, obligan a desarrollar en la conciencia infantil una cierta imaginación liberadora, que rechace las actitudes cohibitivas de la conducta de los adultos, y que le permita acceder al mundo de lo imaginario, nombrar lo innombrable, proyectar sus temores más primarios, su inseguridad, su angustia. En un mundo así, que él reconoce como suyo, los temores se diluyen al compartirlo con la ficción, y la ficción es el vuelo del pensamiento, la fantasía como un mecanismo de conocimiento.

La gran literatura infantil de todos los tiempos ha desempeñado este papel, y ha supervivido, en la traición creadora, al tiempo arquetípico, al de los adultos, para situarse en el de la imaginación. Engañosa era, así, para los viejos pedagogos, las alas sin límites que hacían volar los cerdos en los cuentos del viejo Lewis Carrol. Y cien años antes, los Cuentos de mi madre la Oca, de Charles Perrault, que contienen los mundialmente famosos Pulgarcito, El Gato con botas, Caperucita Roja, etc. ¿No eran, acaso, la reivindicación más plena de la fantasía no manipulada? Jonathan Swift, aquel personaje iracundo que escribió en su epitafio, de su puño y letra: “Se ha ido a donde la fiera indignación no podrá lacerar más su corazón”; escribió también, Los viajes de Gulliver, y quedó en las letras más por el vuelo fantástico que dio a su ira, a su moralidad sin fronteras, que por lo que intentó combatir con sus panfletos. Ahí están los textos de Mark Twain, de Daniel Defoe, Elena Fortún, Sir James Barrie, Horacio Quiroga, José Martí. Todos al margen de esa coacción confesada o no, que se ejerce sobre el niño, creando un arte fundado en la afectividad y la inteligencia, que como dice Piaget, constituyen los dos aspectos complementarios de toda conducta humana.

Muy pocas son, en la historia de la literatura universal, las obras literarias infantiles que conjugan la excelencia formal con el contenido adecuado, liberador. Y menos, los escritores consagrados en este género. Los libros infantiles son una mediación entre la realidad objetiva y el mundo interior de su destinatario. Todos los elementos que la poesía redescubre en la realidad circundante sirven para instalar al niño en el mundo de los objetos, salir al espacio mítico de la realidad, hacerse su cómplice en ese tiempo inacabable del nunca jamás, y hasta negarse a crecer frente a la racionalidad absurda de los adultos, como el niño sublime de la novela El tambor de hojalata, de Günter Grass.

Aunque objetivamente no existen obstáculos para que un libro para niños sea también una obra literaria, el hecho comprobable es que se pueden contar con los dedos de la mano los libros merecedores de tal denominación.  En la República Dominicana esa práctica de la escritura para niños es casi totalmente ignorada, lo que deja fuera un auditorio que en nuestro país es mayoritario. Esto entraña un reto a los autores nacionales par que prestigien y cultiven el género, tan olvidado, tan empequeñecido. Hay además, un motivo adicional: este vacío ha permitido que el público infantil dominicano quede a merced de aventureros y comerciantes, que en busca de dinero tratan de ahorrarles el esfuerzo de pensar, juzgando a la niñez como a pequeños animalitos cariñosos, minimizando su capacidad racional, empobreciendo su lenguaje con diminutivos.

La literatura infantil nace siempre como una necesidad poética. Y pienso que se es escritor, que el camino de acceso a lo infantil pasa siempre por la condición de escritor, aunque se achique y se incline hasta la pequeña estatura del niño. Lo poético es el ala tendida de la imaginación, que contrario a lo que creen los mercaderes de espectáculos infantiles, no tiene nada de maniqueo, y ni siquiera es simple en su morfología. Les dejo, como muestra, estos versitos tomados de Las canciones de la nana Cleofás, viejas leyendas infantiles mexicanas, transmitidas de generación en generación, por vía oral:

 

«Estaba la luna

pelando su tuna

y echaba las cáscaras

en una laguna.

La Luna está triste

no duerme de noche

porque un conejito

le muerde el cogote.

Conejo, Conejo,

¿por qué te subiste

a la panza blanca

de la Luna triste?

jueves, 22 de abril de 2021

Creatas e Ilustrotes por Leibi Ng

Ilustración: Adrianny Almonte

Enrique llegó con Galia. Detrás, como la cúspide de una pirámide, estaba Miriam con su cabello niquelado y su mirada profunda. Los tres se situaron en diferentes puntos cardinales y colocaron sus manos en triángulo sobre la gran montaña. 

La misión debía realizarse en sólo tres mágicos días y no había tiempo que perder. Afianzaron sus calzados intergalácticos, uno en la tierra, otra en la arena y la tercera en el caliche. De rojo, blanco y dorado se tiñeron. Un viento de cordillera bailoteaba con la brisa de la costa mientras un aire fresco -que transportaba pájaros desvelados, azules, como búhos y caracolas con inscripciones-, envolvía en espiral el encuentro. 

Galia sonrió amistosa a las plantas nativas. Éstas le devolvieron la sonrisa y empezaron a desprender sus hojas para llenar el álbum por sus formas: acorazonadas, asaetadas, cuneiformes, flabeladas, ovales, panderiformes; o por sus bordes: aserradas, dentadas, laceradas, sinuadas... Galia recogió tantas, que casi no cabían en su recipiente microscópico. Eran muestras científicas de la diversidad de aquel planeta. 

Enrique sacó entonces de un talego encantado, todo el abecedario desde el tiempo de los babilonios. Letras esparció sonriendo sobre los aires y las tres clases de brisas las acunaron para depositarlas en el seno de la Rosa de los Vientos. Él empezó a contar con su voz adormecedora el origen de las cosas, los humanos y los animales, planteando la cuestión de la pensión de las Hadas y las fórmulas para encontrarse un amigo, entre brujas, gatos y relatos. 

Miriam, sonriendo apenas con mirada de diosa, puso sus dedos en "V", de "victoria", derramando su bendición sobre el fuego, el viento, la tierra y el agua, logrando abrir una puerta de helio que sólo se sujetaba por la blancura de dos ovejas tiernas. Aprovechó colores, texturas, imágenes, recuerdos... y plasmó en un rectángulo los mundos paralelos. 

Un grupo de maestras, madres, padres y palabreros los asedió pidiendo el secreto de la creatividad, la clave de la esperanza, la fórmula del futuro, la técnica del mejoramiento... Pero Enrique pidió que fueran los niños y las niñas los que hablaran. Éstos subieron hasta la cima de la montaña y empezaron a jugar sin darle mayor importancia a la discusión. 

Entonces dos hojas acorazonadas se salieron del álbum de Galia para mostrar los frutos de un huerto recién sembrado. Cuando estaban en él, se desató un ciclón caribeño. Ninguno sintió miedo. Sólo hubo un torbellino de libros, librotes y libritos que volaban traviesos. 

Abrazados entre sí se protegieron guardando los objetos de la misión secreta. 


Una tortuga enorme se desprendió del cielo. Adquirió el color de la montaña y con su piel de archivo dijo que sí y que no salvando a los pequeños. 

Un árbol de amapola se doblegó bermejo para hacer desistir al ciclón de su intento. 

Un coral de tres picos tocó con su rosado la frente de los argonautas y de inmediato, un aura de agua marina los envolvió celeste. 

Una palma antillana giró sus pencas reverdecidas y sopló el vendaval con sus aspas, ordenando los libros en variadas columnas por temas, intenciones y aciertos. 

Enrique entonces habló: 

 —Nadie puede dar lo que no tiene dentro. Todos deben amar para que amar sea el verbo que se multiplique en cada brote tierno. Tenemos un gran potencial en nuestra esencia. Es puro y bello. Obsérvenlo y vuelvan a ser niños, como los niños que quieren guiar y dirigir. Aprecien su interior y la imaginación será espontánea. Lo importante es hacerlo poniendo el corazón. 

Miriam continuó: 

 —Dejen que la curiosidad haga su parte. Serán creativos los que en sus mentes tengan preguntas por contestar. No todo es verdad. Pero en cada cosa hay un poquito de verdad y cada uno ha de buscar la suya. 

Galia concluyó: 

 —Todos necesitamos vencer obstáculos. Hay que trazarse metas y triunfar sobre los retos que desafíen nuestro pensar. 

Entonces los niños levantaron a la tortuga. Bajaron de la montaña y tomaron a los maestros, padres y creatas de las manos poniéndolos frente al sol para enseñarles a meditar; a encontrar imágenes interiores y a respirar profundamente la virtud y belleza del Ser original. 


Tres días mágicos volaron hacia el pasado. Enrique salió primero. Galia, segunda. Miriam dejó una sonrisa sobre aquella tierra y partieron hacia el Cosmos Norte. 

Dos hojitas acorazonadas decían adiós suavemente. Sobre la arena, quedaron dibujadas las palabras del triángulo: mente, cuerpo y espíritu. 

El horizonte se integró al borde del mundo. Amplio, luminoso e infinito.

Fin

Por Leibi Ng Báez

Este cuento es un homenaje a Enrique Pérez Díaz, su esposa Galia Chang y la ilustradora Miriam Giménez de Cuba


miércoles, 21 de abril de 2021

La última ceiba de Virginia Read Escobal

 


distopía

Del lat. mod. dystopia, y este del gr. δυσ- dys- 'dis-2' y utopia 'utopía'.

1. f. Representación ficticia de una sociedad futura de características negativas

causantes de la alienación humana.

La escritora de las causas sociales

Virginia Read se caracteriza por su profunda preocupación por los temas sociales y nos muestra en muchas de sus creaciones que más vale hacer algo que mirar tranquilamente desde nuestro confort.

Su exitoso proyecto "Lleva un libro en la maleta" dice mucho de su interés por llevar educación a la infancia dominicana porque cree que en la educación está la clave del futuro digno.

Con "Un maestro en la montaña", también valora la gran necesidad del país que no cuenta con suficientes maestros vocacionales en cualquier rincón del territorio donde hacen falta.

Virginia Read con La última ceiba nos deja claro que quiere a la juventud dominicana comprometida con la conservación medioambiental de la República Dominicana porque en la recuperación de la Tierra, no hay plan B, como dijo alguien.

La última ceiba trata de una sociedad futura creada con los despojos de lo que hoy existe en un mundo que colapsó por el mal manejo de sus recursos, impotente ante los fenómenos naturales.

Este libro me hizo recordar la serie china NOCHE ETERNA, en la que un jovencito, único sobreviviente de su estirpe, encuentra en los escombros a una bebé y se hace cargo de ella por instinto convirtiéndose en padre sin darse cuenta.

También, hay rasgos de BARRENDEROS ESPACIALES, film surcoreano e igual, algunos tonos de la escritora Laura Gallegos en sus obras emblemáticas, pero Virginia es Virginia y su autenticidad resplandece al ubicarnos geográficamente y enfocada en su historia.

La obra, en 162 páginas narra la angustia de Elú, así, simplemente. Un adolescente que se ve involucrado en un accidente que no acaba de aceptar por lo que recibe tratamiento para su equilibrio mental. Elú, es un poco desconsiderado por su jefa de carácter tiránico Karen. Ellos pertenecen a un cuerpo de élite llamado Poli-Caps. Igual que en las formaciones militares, reciben grados de acuerdo a su desarrollo y capacidades. El terror de Elú es que lo degraden a Uni-Cap, que son los que se ocupan de los trabajos prácticos elementales.

¿Por qué Karen discrimina a Elú? Parece que ella considera que él no entró al cuerpo de guardianes por sus méritos, sino por ser nieto de quien es.

En paralelo, está Shandra, quien acaba de recibir un corazón de un guardián y quiere saber quién era él así que cuando llegué a la frase:

«¿De quién es este corazón que late en mi pecho»... ¡Me emocioné!

Le copio una página del libro para que aquilaten la narración:

Un hongo es una sólida torre de diseño sencillo, fabricada en concreto pulido y con base de forma circular, de un diámetro de interior de 6,00 metros. Ese espacio interior está protegido por paredes de un metro de grosor. Se accede desde el exterior por una única puerta que se sella tres veces. Dentro de ese espacio interior se cuenta con una sencilla escalera que asciende por la pared y es retractable en las dos primeras plantas. Años después se incluyeron ascensores que también pueden sellarse. En la planta base hay un colector que da al sótano y se utiliza para arrojar por ahí los trajes filtros para su limpieza.

En la segunda y tercera plantas hay unidades de control y seguridad. Luego están las aulas, áreas comunes y viviendas. En la penúltima planta están los laboratorios y pabellones de sanación y en la última planta están los observatorios y base de drones.

El mismo ascensor se encarga de la purificación de los que acceden al edificio.

El aspecto de esas torres es el de una ancha chimenea de aproximadamente diez metros de altura, coronada por algo parecido al sombrero de un hongo. En ellos solo vivimos los Poli-Caps.

Nuestra reserva fue la primera en organizarse como colonia. Actualmente contamos con nueve hongos.

Partiendo del ejemplo de SAJOMA el sistema fue reproduciéndose a lo largo de todo el perímetro de la rserva natural que quedaba, para luego multiplicarse en el resto de las reservas del país.

Alrededor de los parques JAB-JCR hoy en día, contamos con siete colonias distribuidas de manera estratégica.

Gracias a este sistema, las reservas son prácticamente inexpugnables. Y en caso de ataques o condiciones climatológicas muy adversas, cada hongo es autosostenible y se puede aislar a todo agente externo. Aunque también hay túneles que permiten la comunicación en el subsuelo y por el aire circulan los drones de vigilancia. Todo está controlado gracias al ingenio de los Poli-Caps.

Los Poli-Caps no descansamos y menos cuando estamos en la etapa formativa de guardianes, donde se nos estimula para estar al acecho con disciplina férrea. Por eso, ante el mínimo descuido de nuestros jefes abundan las bromas y los momentos robados a tanta energía reprimida. Mi primo Roque es cabecilla de a mayoría de esas bromas, es un líder nato, admirado por todos. Con dolor recuerdo que ya no puedo considerarme uno de ellos.

Retomando, por otro lado está la abuela de Elú, Eva-Bey una especie de científica, conservacionista, tierna y maternal que es una especie de ser superior por su sabiduría, preocupada por reproducir y mantener la poca vegetación que existe.

Por desgracia y por fortuna a la vez, hay unos sobrevivientes a los que denominan ajenos y dentro de ellos, desposeídos de todo y condenados a deambular, está Quili que es el chico que encuentra a la niña. La niña, a quien él llama Ceres en homenaje a su mamá de él, resulta ser... ¿Quieren saber? ¡COMPREN EL LIBRO!

Los ajenos sobreviven recogiendo
la poca comida que encuentran,
cubiertos de trapos para protegerse
de los rayos ultravioletas y expuestos
a ser fulminados en cualquier
momento, ya que no pueden
pasar de los límites.

Recomiendo este libro no solo a los jóvenes sino a los mismos escritores y aspirantes, ya que marca un hito en la literatura infantil y juvenil dominicana. Que yo sepa, Virginia Read Escobal es la primera en incursionar en este género al crear una distopía, que tiene amplia base para convertirse en serie. ¡Felicidades, Virginia!

Saludamos la apertura de Editora Santillana a las ventas en línea. Miren aquí:

https://www.tiendasantillana.com.do/la-ultima-ceiba-loqueleo


Virginia Read Escobal

Nació en Santo Domingo, República Dominicana, y desde muy pequeña su padre le hizo consciente de la importancia de conocer y conservar la naturaleza. 

Creció "con libros, cabitos de lápices y papeles en la biblioteca" de su abuelo y en la trastienda de su farmacia, mirando sus libros de arte y dibujando. Poco a poco se convirtió en amante de la lectura y de los libros (también leía paquitos). 

Se graduó de arquitectura, Ha publicado "Tres moñitos no" y "Carlitos James busca un cundeamor”, las novelas infantiles "Noches de luna nueva" y "Días de sol radiante"."El pacto de Guani", que es Premio Anual de Literatura Infantil y Juvenil "Aurora Tavárez Belliard", 2012. También "La cocina de mi abuela". 

Es la promotora de la iniciativa de Lleva un libro en la maleta, cuya función es transportar libros y material escolar a República Dominicana, y donarlos a las escuelas, bibliotecas y proyectos educativos que lo necesiten.

CHINCHILÍN, un cuento dominicano por Cipriano Álvarez, abril 1993


Hace muchos, pero muchos años existía una pequeña ciudad llama Pureza. Esta, situada en un arbolado valle no muy lejos del mar, era la admiración de cuantos le visitaban, pues en ella reinaba el orden, la limpieza, el buen comportamiento de sus habitantes y el cuidado que todos profesaban para que su flora y su fauna no sufrieran deterioro.

La armonía era tal que personas y animales intercambiaban frecuente comunicación, algo incomprensible para ciudadanos de otros pueblos; así mismo, los árboles parecían responder al esmero con que niños y adultos les trataban, y en su batir de hojas simulaban aplausos cuando la gente caminaba en medio de la frondosa vegetación.

El centro del pueblo era también el centro de reunión de los vecinos, ya que en ese lugar estaba ubicado el arbolado parque de Pureza y en él todas las tardes se recreaban sus felices habitantes, disfrutando del verdor y la frescura los mayores y de las instalaciones deportivas los jóvenes. Para los niños era costumbre ir todas las tardes, después de hacer las tareas escolares, a gozar en sus diversiones preferidas, mientras padres y abuelos los contemplaban complacidos al verlos practicar juegos que les recordaban su niñez, como el gato y el ratón, Juan periquito, el trúcamelo, a la rueda rueda, al topao, el pañuelo, y otros, algunos inventados por ellos mismos, que para hacer más placenteros acompañaban de canciones entonadas a coro.

Se hizo costumbre que día tras día, en medio de saltos y correrías de la chiquillada, llegara misteriosamente un señor de tez negra cargado de frutas, las cuales repartía mientras bailaba extendiendo sus brazos y los niños respondían al obsequio palmoteando alegremente mientras decían:

–¡Te queremos, Chinchilín! ¡Te queremos, Chinchilín!

¿De dónde procedía Chinchilín? La gente no lo sabía ni lo preguntaba, pero el personaje se hizo tan popular que ya todos en el pueblo lo conocían y, aunque no acostumbraba visitar las residencias de la ciudad, era muy querido en los hogares. Por eso causó preocupación en todos notar que durante tres días no se le había visto en el parque.

¿Qué habrá pasado a Chinchilín? Se preguntaban Pero nadie podía responder, y pero aún, no sabían cómo averiguarlo, pues no se conocía el lugar exacto de su morada.

Todos esperaron ansiosos un día más, y al, y al no hacer su aparición los niños decidieron buscar por su cuenta al buen “viejo prieto”, como también le llamaban. Fue así como, después de una “junta infantil”, Tony y Carlitos fueron encargados para indagar acerca de su paradero. Eran las dos de la tarde cuando salieron a cumplir su misión.


–Yo lo he visto llegar por este lado –dijo Tony, señalando una boscosa colina hacia el norte.

–Pues por ahí iniciaremos su búsqueda –indicó Carlitos mientras se disponían a emprender la marcha.

Los niños empezaron camina, camina, camina… Hasta que desaparecieron de la vista del grupo de compañeros que permanecían en el parque, sin deseos de jugar hasta saber el destino de sus amigos.

Caminaban bajo la sombra de los árboles frutales, y el lugar era tan admirable que por un momento se olvidaron del objetivo de su viaje. Naranjos por aquí, cerezos por allí, mangos por allá, granados, limoncillos; todos los protegían del sol ardiente mientras a derecha e izquierda los arbustos florecidos se enredaban entre sí, ofreciendo a la vista el panorama de una belleza maravillosa.

Más adelante descubrieron un riachuelo de aguas transparentes que describía un sinuoso trayecto, estrecho y pedregoso, con charcos poco profundos.

–¿Nos bañamos? —preguntó Tony, con ansiosa emoción.

–¡Me gustaría! –le contestó Carlitos, pero recuerda que nuestros padres nos han prohibido hacerlo si no andamos acompañados de personas mayores. Además, primero debemos averiguar qué le ha pasado a Chinchilín.

–Tienes razón –contestó su compañero. –Vamos a seguir y preguntaremos a nuestros amigos los animales.

Continuaron su camino y a pocos minutos pasaron por debajo de un roble enorme a cuya sombra, en un suelo alfombrado de blancas flores, rumiaba una vaca, mientras un poco más alejadas otras pacían indiferentes.

Carlitos le preguntó:

–Amiga vaca, ¿usted no ha visto a Chinchilín?

Y la vaca, parando de mascar, respondió:

–Muu-chacho no, muu-chacho no.

Siguieron caminando, caminando, hasta encontrarse con una jabada gallina y al preguntarle por su amigo ésta respondió:

–¡Clo, cloc, cloc, por aquí no!

El gallo que ya había oído la pregunta contestó:

–¡Quiquiriquí, no por aquí! ¡Quiquiriquí, no por aquí!

Los niños ya estaban cansados de tanto caminar, pero no se daban por vencidos hasta averiguar el destino de su amigo.

Habían hablado con el caballo, el burro, el perro, el gato… Hasta que cerca de una enorme piedra, a la entrada del bosque, se encontraron con un hermoso chivo, a quien le dijeron:

–Compadre chivo, nosotros salimos desde temprano en busca de nuestro amigo Chinchilín, a quien no vemos desde hace cuatro días; pensamos que algo malo le ha pasado, pero no sabemos donde encontrarlo. ¿Usted no lo ha visto por aquí?

El cabrío, después de escuchar atentamente, levantó su pata derecha y señalando hacia una escalera de rocas semi oculta por la maleza les contestó:


–Bee por ahí se fue. Bee por ahí se fue.

Los muchachos, comprendiendo el rumbo que debían tomar, se dirigieron alegremente al lugar señaldo. Era la entrada de lo que en tiempo lejano había sido la morada de alguna familia aborigen. Parecía un castillo protegido por murallas de rocas, y en el centro cuevas que de trecho en trecho recibían los reflejos de rayos solares. Los niños exploraban admirados esta arquitectura natural, cuando una voz femenina clamó bruscamente:

–¿Quién anda ahí?

–Somos Tony y Carlitos… Y andamos en busca de Chinchilín.

–¿Para qué lo quieren? –dijo la misma voz.

–Somos sus amigos –repetían los niños hasta que una voz varonil, pero tierna, interrumpió la inquietante conversación.

–Sí, esposa mía, déjalos pasar, en verdad son mis amigos y no los he visto desde hace varios días. Tú sabes que he estado enfermo y no he podido ir al parque.

Entonces, Tony y Carlitos reconocieron a Chinchilín, quien les dijo que su esposa llevaba por nombre Lealtad, y que era una señora buena y cariñosa. Ella les había hablado en tono alterado pensando que se trataba de personas extrañas a la comunidad, ya que Chinchilín y su compañera residían en los límites de Pureza y cerca de allí vivían otras personas que no tenían costumbres tan buenas como los Puritanos.

–Pasen, no tengan miedo —les dijo Lealtad mientras acariciaba la barbilla de Tony y pasaba la mano sobre la cabeza de Carlitos, todo e interés de sosegarlos.

Mientras tanto Chinchilín no cabía de gozo al ver a sus amiguitos. Les mostró su fortificado hogar. En el interior todo estaba primorosamente limpio y ordenado; en el exterior, por un lado, cultivaban un bello jardín. No muy lejos un huerto y árboles frutales, y del otro lado, había un arroyo con pequeños manantiales de donde tomaban los esposo el agua para su consumo.

Los niños, después de descansar, recogieron una amplia variedad de frutas hasta que comprendieron que pronto empezaría a oscurecer.

–¡Nos vamos! –dijo Tony al recordar que todos en Pureza estaban pendientes de su regreso

–Nada de eso! –dijo Chinchilín. Lleven dos canastos con las frutas más hermosas para que las repartan a sus amiguitos.

–¡No podemos! –expresó Carlitos. —Es tarde, y a pie llegaremos de noche y cansados; eso sería motivo de preocupación para nuestros padres y compañeros en el parque.

–¡No se preocupen, muchachos! –manifestó Chinchilín. –Tengo para ustedes un gran secreto, junto a una buena noticia: Yo vuelo como las aves y los llevaré por los aires de regreso al pueblo.

Los niños estaban incrédulos y fue necesario que su amigo les mostrara las alas ocultas debajo de un gran camisón que siempre portaba. Convencidos abordaron los hombros de Chinchilín. Se elevaron después de despedirse de Lealtad y desde las alturas divisaron todo el valle.

Con frecuentes piruetas el hombre-nave simulaba aterrizar para elevarse de nuevo en medio de risas y gritos de alegría de los niños.

–¡Al parque, ya! –dijo Chinchilín al notar lo avanzado de la hora y volando en línea recta y descendente llegaron a la ciudad donde fueron recibidos en medio de asombro y alegría.

Ya en el parque todos querían saber a la vez lo sucedido a los niños y al hombre volador. al trío le resultaba difícil narrar sus aventuras, pero lo más importante para todos era contar con el feliz regreso de Tony y Carlitos, y con la presencia del personaje más popular de la ciudad. El júbilo se apoderó de todos y no hubo más palabras que el coro unánime de:

–¡Te queremos, Chinchilín! ¡Te queremos, Chinchilín!

Chinchilín regresó a su refugio seguro de que tarde tras tarde retornaría a su pueblo querido.

FIN

Fue impreso en EDITORIAL TRADICIÓN, Calle Las Carreras, 158, Ens. Lugo, Apartado Postal 351, Santo Domingo, República Dominicana.

Como el dibujo de Yodari Espinal Álvarez pone "abril, 1993", podemos pensar que ese fue el año de su impresión.

DATOS:

El Chinchilín

Del libro "Aves de la República Dominicana", de la utora Annabelle Sockton de Dod, transcribimos a continuación lo siguiente:

El Chinchilín es muy común y bien conocido porque se encuentra en todas partes donde hay campos verdes y abiertos. Todavía se encuentra cerca de la capital. Tiene 25 a 30 centímetros de largo, de color negro con un lustre violeta y azul. El ojo es amarillo pálido y la cola larga tiene forma de una V. La hembra es similar, pero es un poco más pequeña y menos lustrosa.

El Chinchilín es omnívoro, come de todo. Come insectos que encuentra en el suelo, usando su pico puntiagudo para atraparlos; come frutas, semillas y granos. Tiene una adaptación que le ayuda en cuanto a la comida de frutas y semillas. Tiene un sistema de músculos fuertes en la mandíbula y una quilla en la mandíbula de arriba que le permite hasta abrir granos.

El Chinchilín es gregario. Vive en bandadas; reposa y anida en colonias. La poligamia es practicada a veces, especialmente en los años en que hay más hembras que machos. Su nido se hace en forma de una copa, situado en árboles o palmas altas. Pone de 3 a 5 huevos teñidos de azul. Los pichones están listos para salir del nido en 23 días. La incubación es siempre trabajo de la hembra, mientras que el macho guarda el sitio del nido.

Una vez encontramos el nido de un Chinchilín por encima de un nido de Cigüitas palmeras. Algunas personas piensan que el ave es un parásito, poniendo sus huevos en el nido de otros, pero no es así. El Chinchilín es un avivato, inteligente, solamente aprovecha el techo de ramitas del condominio de sus vecinos.

El canto del Chinchilín tiene un tono alto y penetrante, como "Jui-jui-jui-jui" y a veces emite varios chirridos. No son melodiosos, pero tampoco desagradables.


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Cipriano Álvarez

El autor del cuento conoció el ave en su campo natal de Yaroa, Puerto Plata. Siendo niño se le encomendaba cuidar los maizales, espantando las negras bandadas para evitar que las mazorcas verdes fueran engullidas por ellos. En 1980 se sorprendió cuando una pequeña plantación del cereal, ubicada en un solar de su propiedad, en el Ensanche Isabelita de Santo Domingo, fuera casi totalmente consumida por los chinchilines.

En relación al cuento, todavía no se explica cuando surgió la idea de vincularlo con el ave. Lo cierto es que lo imaginó mientras cargaba en una mecedora a su primera nieta Yodari; tendría esta unos cuatro años. Junto a Chinchilín le narraba otros inventados por él, pero era éste el que más repetía a requerimiento de su nieta quien le hacía contárselo a cuantos amiguitos ls presentaba. Notó que a todos les agradaba, pro lo cual decidió escribirlo, y ahora se atreve a publicarlo esperanzado en que llegue a la mayoría de niños dominicanos, con el mismo amor que su nieta primera le inspirara.




martes, 13 de abril de 2021

Gracia Iglesias, la narradora de sus propias historias divertidas y profundas


La invitación vino por correo electrónico y en medio de esta pandemia adquirió un significado extraordinario para mí. ¡Oh, el mundo sigue rotando! 
Conocer a un exitoso escritor es una oportunidad de cambiarse las gafas. Gracia Iglesias nos invita a utilizar las de la imaginación.
Vivaz, coherente y apasionada nos hizo niños pequeños por unas horas. Conocí del libro álbum y su importancia.
Nosotros que hacemos libros con dos o tres ilustraciones, no sabemos del Credo la mitad al observar el vuelo mágico de autor e ilustrador para resultados memorables.
Algunos de los libros de Gracia Iglesias van por muchas tiradas de miles de ejemplares y sus personajes ya son icónicos para los temas que tratan, como por ejemplo Moncho Rabioso, cuando se trate de rabietas¡Buen camino, Celestino! cuando se trate de cargar con todo lo que los demás quieren echarnos en la mochila.
Una historia encantadora fue la de Pepita Sarmiento, que es un hermoso canto a la identidad y libertad de las personas.
Entre los presentes estaban Yina Guerrero, Yuan Fuei Liao, Dulce Elvira de los Santos, Esther Amaro,  Leibi Ng, Yamel y Pilar Maquiavelo.
La autora Gracia Iglesias vino desde España a Santo Domingo para grabar junto a Anya Damirón un Cuentacuentos especial "Como Antes Live". Será transmitido el 24 de abril con motivo del Día del Libro. ¡No se lo pierdan! Abajo de la imagen están los links a los sitios de ambas autoras.
Para que conste que la literatura infantil y juvenil ha sido invitada a renovarse con referencias, este lunes 12 de abril de 2021, queda consignado con su cambio de gafas habituales a gafas con imaginación y visión poética. ¡Gratitud, Anya Damirón!

jueves, 8 de abril de 2021

Ana ama el chocolate, de Verouschka Freixas, deliciosa historia para aprender a no exagerar

 


«A Ana le encanta el chocolate. Lo come a todas horas, de todas las formas y no le gusta compartirlo con sus amiguitos. Un día llega de la escuela y no encuentra el chocolate en polvo para hacer su batida; tampoco encuentra el menor pedacito para merendar. ¿Quéhará Ana? O mejor dicho, ¿qué le pasará a Ana?»



«Una humorística historia sobre las consecuencias de comer dulces en exceso, cosa que es motivo de preocupación para muchas familias y que, en efecto, puede llegar a hacer daño a la salud.»

Pintora, ilustradora, escritora... Verouschka Freixas imparte talleres de arte.


Verouschka Freixas

«¡Hola chicos! Me llamo Verouschka Freixas, nací en República Dominicana. Soy hija de padre cubano y madre boliviana. Desde pequeñita, pude viajar con ellos a México, Puerto Rico, Estados Unidos. Estos viajes dejaron una profunda huella en mi corazón. A mis padres les agradezco mi primer contacto con la espuma del mar, el amor por los cuentos, el aprecio por el tango, la quena y el bolero… y las canciones de Luis Aguilé. Estoy casada desde hace 20 años con el artista plástico Vladimir Velázquez.

Como pintora he tenido la dicha de participar en numerosas exposiciones en mi país y en otros, como Alemania, Inglaterra, Suiza, Brasil y Estados Unidos. Desde el 2005 imparto talleres de arte para niños y jóvenes. Mis pasiones son: el mar, pintar cuadros, ilustrar cuentos y hacer escenografías. En el 2007 produje junto a León David mi primer libro de cuentos titulado “Margarita y la nube”, bajo el sello Alfaguara Infantil y ahora sigo escribiendo».


Conozca más de Verónica, por favor:

https://ateliervf.blogspot.com/2015/07/verouschka-freixas-directora-atelier.html


Una historia deliciosa con final sensato

Recomiendo Ana ama el chocolate de la colección LOQUELEO de Santillana. Aunque pone mayores de 6 años, ustedes saben que depende de las personalidades de los niños, porque ahora mismo los chicos de 4 dan la hora de tanto que saben. ¡Si lo sabré yo, por Adela!

Este libro no solo usa las palabras precisas para mostrar la absoluta adoración de Ana por un alimento de múltiples presentaciones en el mercado, sino que a través de las ilustraciones de la propia autora, comunican un conjunto de verdadera belleza para contribuir con la educación estética de los niños.

Llama la atención la paciente solicitud de la mamá que no muestra resistencia a la monótona decisión de Ana, salvo una advertencia. 

También llama la atención que Ana se cierra en banda y no se da la oportunidad de probar el inmenso mundo de sabores que tiene alrededor, llegando un poco más allá de su octavo cumpleaños con su firme preferencia.

Ana ama el chocolate es una herramienta no solo de lectura divertida y belleza; también es un atinado ejemplo de autoaprendizaje para los infantes que se reflejen por empatía en la historia. Siempre que no haya equilibrio, la vida se encarga de darnos una lección.

Igualmente, los profesores y padres tienen una buena oportunidad -a través de este libro- para hablar de las adicciones y hacer investigación sobre las consecuencias de los excesos sobre el organismo.

Leibi NG


Cuerpo en una burbuja: una innovación de la poesía dominicana

Ryan Santos Agradable ha sido para mí sumergirme en otra obra del prolífico escritor dominicano Julio Adames, a quien tuve la oportunidad de...