domingo, 29 de abril de 2018

¿QUÉ ES LA FANTASÍA?

Siempre se dice que las grandes obras maestras son el producto de la fantasía, ¿Qué es la fantasía? ¿La poseen todos o es solamente privilegio de los espíritus más inteligentes?


LA FANTASÍA es la facultad que permite a los seres humanos que no son ricos, fabricar castillo maravillosos con los mismos elementos con los que apenas sería capaz de inventar una colmena.
La fantasía tiene una hermana que la complementa: la imaginación.
LA IMAGINACIÓN es la facultad de volver a la mente, gracias a la memoria, las imágenes de lo pasado, con la misma veracidad que se tuvo cuando se las percibió. Es una especie de linterna mágica. Imágenes espléndidas pero inmóviles. La casa en que nacimos, el jardín ante ella, nuestra madre. Nuestros compañeros. El río. El muro más alto que nosotros más allá del cual no podíamos extender la mirada. ¿Qué había más allá? Un monstruo bellísimo, ingenuo, cabeza de caballo, con el hocico rosado, cuerpo de león, las más de las veces enroscado como una serpiente, una larga cola de humo que se desvanecía en el viento y volvía a nacer. Lo dicho: Imágenes espléndidas pero inmóviles y separadas. Es entonces cuando interviene la fantasía que las mueve, las anima, las funde e incluso las transforma.
NO HAY QUE PENSAR en un engaño si al volver al mismo lugar no encontramos el monstruo, si el jardín no es más que unos pocos centímetros de pasto etre los pedruscos, el río sólo un arroyuelo y el muro más alto que nosotros es realmente más bajo. Es que la fantasía ha dejado intacto el encanto en el que vivíamos, y si lo vivimos, fue verdad. El monstruo estaba ahí y todavía lo está, y es verdad que nuestra madre le cortaba cada mañana un pedazo de la cola y la ponía arriba de la casa, sobre el techo, para que los vecinos creyeran que no éramos pobres y que se cocinaba todos los días.
FELICES los que, como los artistas, consiguen imponer a los demás, como verdad, las creaciones de su propia fantasía. El pintor que pinta un humo en el que de pronto todos ven la cola del monstruo. Y doblemente feliz, porque el artista, una vez que ha fijado la creación propia sobre la tela, la piedra, inmediatamente puede desasirse, liberarse, evitando así el peligro al que por lo contrario está expuesto el hombre común y corriente, el peligro de permanecer demasiado ligado al propio mundo fantástico y de refugiarse en él por demasiado tiempo lo que lo hace hastiarse del mundo real en el que también se debe vivir.
SE TERMINA por quedar desarraigado. No se es ni de aquí ni de allá. Se va a la oficina con las tijeras en la bolsa para poder en cualquier momento cortarle la cola al monstruo. Te gruntan: "¿Paa qué son esas tijeras?"... Claro está que no se puede contestar "Para cortar cierta cola hecha de humo, allá en un prado"; por lo tanto, se trata de inventar algo que no se consigue, balbucea, empieza a ser sospechoso, luego le temen... Tal vez no pierda el trabajo, pero no le darán un ascenso. Ergo, la fantasía no debe llegar a la frontera de lo fantasioso. Debemos permanecer siendo los amos de la maravillosa facultad de transformar a nuestro antojo el mundo que nos rodea, controlándola, sin empujarla más allá de ciertos límites. Contentémonos con embellecer material y espiritualmente las personas entres las que debemos vivir, las calles por las cuales pasamos, la casa en que vivimos, el jardincito ante ella, pero no más de lo poco que se requiere para hacernos la vida menos fastidiosa: de otra manera, al excedernos, terminamos transfiriédonos a un mundo no verdadero, y la fantasía se rebaja al nivel de la ilusión.
NO, ESO NO DEBE SUCEDER JAMÁS. La ilusión es una enfermedad de la mente y del espíritu. La fantasía en cambio, es la flor, la luz. Lo dice la misma palabra. Fantasía deriva del griego "faino" que quiere decir aclarar, iluminar. Pero tiene que iluminar como la luna y no como el sol que brutalmente, ilumina todo de cada cosa, lo feo y lo hermoso, mientras que el discreto rayo lunar se posa suavemente sobre lo bello y lo noble de las cosas, de los olivares ilumina sólo lo plateado y deja en la oscuridad el tronco encogido y retorcido. En las noches de viento lo plateado de los olivos alza el vuelo, se posa sobre las casas de los campesinos convirtiéndolas en objetos preciosos hasta el alba, y ya que el viento mueve la plata de los árboles ¿por qué no iba a poder producir el mismo efecto en los techos?



ASÍ PUEDEN VOLAR también las casas, las que estaba en el monte desciende al plano y viceversa; la fantasía es como el viento, quien la posea es amo del mundo, puede mover a los hombres y a las cosas a su gusto y no solamente el hombre y la mujer de hoy, sino los de hace cien, mil años. LA FANTASÍA es como la luna, puede extender sus rayos e iluminar la vida del pasado y la del futuro. Los vuelos de la fantasía no son una mera metáfora, son vuelos verdaderos efectuados con alas invisibles, y son los seres humanos privilegiados, aquellos quienes la fantasía identifica con la creación artística, los que vuelan más alto llevando a la humanidad el don de una realidad nueva, mucho más verdadera que aquella en la que pasamos nuestros días.
LAS REALIDADES DE LA FANTASÍA son realidades nuevas, vivas y fuertes como las de la naturaleza.




NOTA: Este escrito, hojas arrancadas de una vieja revista, me acompaña desde hace más de 30 años. Aunque lo deseo, no puedo citar el autor porque no aparece por ningún lado de las páginas

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