lunes, 28 de mayo de 2018

¿Cómo vuelan las ciguapas? por Leibi Ng

Portada
De pronto se me han juntado las tierras y no solo mientras duermo. De pronto reafirmo que nada me es ajeno. Europa llegó a América hace 526 años (oficialmente), pero ahora sí que se armó el muñeco que da vida a los sueños en la tierra quisqueyana.
Y basta un cuento: ¡Adela ya sabe volar! Y basta un autor: Dr. Juan Carlos Toral.. Y basta un ilustrador: Pablo Pino (sí, el mismo de Anya Damirón). Y basta una editorial: Ediciones Toral. Y basta un Director Editorial: Bismar Galán… Todo junto es:

¡Adela ya sabe volar! 

Un cuento inteligente que trata a los niños como a seres inteligentes. Respeta su sabiduría. Les sirve un espléndido menú de conceptos para conocer y disfrutar junto a los padres, a los maestros, a los tíos... Cumple con todas las reglas para una larga vida como historia para niños de todas las edades (para los esquemáticos: mayores de 6 hasta los 100).
Toral une con lucidez el mito de la ciguapa con la dulce tradición de Alicia en el país de las Maravillas, con la alquimia renacentista, con el mundo de las hadas y las creencias criollas... Y sin duda se eleva alto en la literatura infantil dominicana.
Los personajes, especialmente el señor Raúl, son evocadores de la sed de sabiduría y el dominio de la naturaleza que floreció desde el alto Medioevo hasta el Renacimiento. Camilo, el gato es un buscador de extraños ingredientes necesarios para pociones mágicas, lo que hace pensar que es un conocedor de las yerbas del bosque (que no deja de recordarnos al Gato de Cheshire). Joaquín, es un omo (gnomo adaptado al Caribe y tierras americanas) que se enorgullece de estar a cargo de los oficios de la casa y encima es panadero y hace postres por vocación (con lo que me recuerda al elfo Dobby de Harry Potter); y…
Adela, la princesa de las ciguapas con sus hermosos botines victorianos

¡Llegó la monarquía a la Española!

¡Adela es la princesa de las ciguapas! Como toda princesa, es caprichosa y se empeñó en volar. ¿Pero cómo vuela una ciguapa? ¿Cómo coge carrerilla para elevarse como los aviones, con esos pies al revés?
Adela ha sido llevada por su madre Hortensia al reino Mágico de las Animitas y es aquí donde como extranjera que no vuela, la dotan de polvos mágicos que sí le permiten flotar y moverse por el espacio y en eso estaba cuando una fuerte tormenta sacude el globo en el que viajaba y ella cae a tierra, cual Alicia en el agujero, pero en lugar de un conejo ¡la encuentra Camilo, el gato!


“Criaturas Fantásticas del Caribe”

Juan Carlos Toral saca de su sombrero de mago-escritor a Don Pedro José Alberizo, autor de “Criaturas Fantásticas del Caribe”, publicado en Santo Domingo en 1878, “la fuente” que valida como seres fantásticos a las animitas, a los nanos y a los omos.
En el mundo mitológico dominicano, las luciérnagas o cocuyos, (llamadas nimitas o animitas por nuestros campesinos), son vistas como un fenómeno misterioso. En grupo, ellas forman luces nocturnas en movimiento que en medio de la oscura noche dan alas a la imaginación. Individualmente, una pequeña luz que revolotea cercana está asociada a las almas de nuestros seres queridos que han muerto y que desean decirnos algo antes de alejarse o sólo reconfortarnos con su presencia. Siempre pueden ser mensajeros de Dios como las mariposas, ¿quién lo sabe? Ahora, sabemos que también son el reino de las ciguapas que quieren volar y vuelan, con o sin polvos mágicos.

El señor Raúl, símbolo de la búsqueda del conocimiento y quien da la clave para que Adela vuele

Estoy muy feliz y agradecida de tener noticias del Dr. Juan Carlos Toral. Veo en él a un humanista, un ser noble y culto que ha mirado a la literatura infantil y juvenil como un medio para soltar las animitas de su alma, su búsqueda, sus encuentros o hallazgos; sus aprendizajes, sus conocimientos... Lo hace con originalidad, con su propia voz, con la economía de palabras precisa y el aporte a su cultura local y universal, porque se siente que él tiene un universo entero para regalarnos.

RECOMIENDO ESTE LIBRO♥de venta en Cuesta, Centro del Libro.
¡ADELA YA SABE VOLAR!
Juan Carlos Toral
Ilustraciones Pablo Pino
Ediciones Toral.
Dirección editorial: Bismar Galán
ISBN: 978-9945-8783-4-9
Impreso en República Dominicana
por Serigraf, S. A.


viernes, 4 de mayo de 2018

JUAN BOBO: En una misa me rompieron la camisa


Había una vez un muchacho que se llamaba Juan Pérez, pero era tan tonto que le pusieron por apodo Juan Bobo. Un día su mamá lo mandó al pueblo a vender melao. Ella le dijo que no se lo fiara a nadie, porque necesitaba el dinero de la venta para comprar la comida de la cena. Juan Bobo le aseguró a su mamá que no le fiaría el melao ni siquiera a su abuela.
Cuando Juan Bobo iba ya casi llegando al pueblo se le acercaron muchísimas moscas y se posaron sobre el bidón de melao que cargaba. Al ver las moscas saboreando el melao, Juan Bobo les dijo:
—Miren, señoritas de las faldas negras; mi mamá no quiere que yo fie el melao, porque necesitamos el dinero para comprar la comida de la cena esta noche, así que por favor vayan a buscar su dinero ahora mismo.
Como era de esperarse, las moscas no le hicieron caso a las palabras de Juan Bobo, y siguieron tranquilamente posadas sobre el delicioso melao. Pero el tonto no sabía por qué las moscas no respondían y repitió su orden, esta vez con más autoridad:
—Señoritas, vayan a buscar por lo menos una parte del dinero para que nosotros también podamos comer hoy.
Las moscas siguieron encantadas con el dulce y espeso líquido, y Juan, al ver cómo ellas lo disfrutaban, viró el bidón y regando el melao en el camino les dijo:
—Miren, señoritas de faldas negras, se lo voy a fiar, pero ya saben que me lo tienen que pagar hoy antes de la cena.
Cuando Juan Bobo regresó a su casa y le contó a su mamá lo que había hecho, ella lo regañó mucho. Además Juan Bobo se quedó sin comer ese día por su propia culpa.
A los tres días la mamá de Juan lo llevó a oír misa. Juan Bobo no estaba acostumbrado a visitar la iglesia y al entrar se quedó cerca del Padre que daba la misa, totalmente fascinado con el altar y los monaguillos que ayudaban a en la ceremonia. Al poco rato vio que el sacerdote tenía una mosca posada en la nuca, y, recordando lo que le había ocurrido con las moscas y el melao en días pasados, decidió llamarle la atención a la mosca.
—Oiga, señorita, a ver si me paga el melao que le fie, —le dijo en un tono un poco desafiante.
Pero al ver que la mosca ni contestaba ni le ponía atención, Juan Bobo se puso furioso. Tratando de matar a la mosca, le dio un fuerte pescozón al cura en la nuca.
Inmediatamente llegaron corriendo el sacristán y los monaguillos a ver lo que había ocurrido.
Viendo al sacerdote adolorido y dando gritos en el suelo, le cayeron encima a Juan Bobo. Le dieron una paliza tan grande a este inocente, que no sólo le dolían todos los huesos, sino que además le rompieron la camisa.
Juan Bobo sintió tanto que le rompieran la camisa que recordaba este detalle mucho después de habérsele olvidado el resto de la triste experiencia. Desde entonces cada vez que lo querían llevar a misa, Juan Bobo respondía:
—En una misa me rompieron la camisa.

FIN

Cuerpo en una burbuja: una innovación de la poesía dominicana

Ryan Santos Agradable ha sido para mí sumergirme en otra obra del prolífico escritor dominicano Julio Adames, a quien tuve la oportunidad de...