martes, 11 de mayo de 2021

Xiomarita Pérez nos habla sobre juegos infantiles y folklore

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Blanca Kais Barinas, poema "A la niñez del mundo". Ilustraciones de Fernando Silvestre Martínez


Doña Blanca Kais Barina era una benefactora del arte y la cultura que se apegó a su natal San Cristóbal. Como dice Mary Collins, la literatura infantil hace que sus hacedores rejuvenezcan y Blanca Kais, a quien conocí de avanzada edad, parecía una niña con juguete nuevo siempre. Aunque falleció en 2015, sigue viva a través de su múltiples alumnos, en quienes sembró sus ideas, y sus obras.

Blanca Kais Barina dirigió la Casa de la Cultura de San Cristóbal, así como el Centro Duartiano.

Ella estudió en los colegios Serafín de Así, Inmaculada Concepción de La Vega y San Rafael de San Cristóbal. Se graduó en el Instituto Dominicano de Periodismo. También como Auxiliar de Bibliotecología en la Universidad Autónoma de Santo Domingo.



Publicado los libros de poesía Las manos del tiempo y El Giro Azul de cuentos.

Además, El compromiso (incluye el cuento de este mismo nombre, premiado en el Concurso de cuentos de Casa de Teatro en el 2000), y La Visa de la Abuela, mención honorífica en el Concurso Virgilio Díaz Grullón del Banco Central. Mi abuela dice y A la niñez del mundo, son dos de sus obras dirigidas a los niños publicadas.

Sus obras y poemas han sido publicados en medios diversos y antologías. Recibió reconocimientos en instituciones de su comunidad por su trabajo a favor de la juventud.



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Blanca Kais Barinas por Héctor Pastor Vásquez Frías


Doña Blanca Kais Barinas lleva la patria en el corazón. Lleva en su alma un trozo de aquello que nos distingue como pueblo. Ella trae en sus recuerdos esos episodios de la vida campesina de un ayer perdido entre las brumas del tiempo. Con una prosa exquisita, fruto de una pluma bien entrenada en las tablas de la literatura, Doña Blanquita nos ha desentrañado la vida del campesino dominicano, sus creencias, sus virtudes, sus alegrías y sus pesares, en una colección de cuentos que ha llamado “El Compromiso”.

Los relatos están narrados en un lenguaje sencillo, diáfano y elegante. Con ellos Doña Blanquita recorre el camino real, lleno de polvo, se adentra en los trillos de nuestros campos y nos lleva por los valles, montañas y cordilleras de esta media isla poblada de recuerdos añejos, como el andullo de Concho Primo.

Las profundidades de los campos están habitadas por miradas tristes en colinas lejanas, donde los bohíos se alumbran con lámpara de kerosene en esas noches rondadas de supersticiones.

En el centro está el fogón y alrededor los viejos cuentan historias de épocas lejanas, salpicadas de misterios y leyendas.

A los lejos el carretero arrea los bueyes en una tarde que se marcha oliente a sudor y en los cielos de la faena una trulla de “lauras” olfatean la presa moribunda.

Son vivencias de las tierras orientales donde Doña Blanquita vivió los sueños rosados de su infancia, para legarnos con su narrativa el recuerdo de un pasado que se va perdiendo con los pasos arrolladores de la modernidad.

Nativa de San Cristóbal, Doña Blanquita fue a vivir con su padre a Hato Mayor, donde anidó las costumbres campesinas que hoy pasan por sus recuerdos como si se tratara de una cinta cinematográfica, y que hoy plasma en “El Compromiso”, donde se plasma el carácter del hombre y la mujer rural, en medio del ambiente cálido que les ha tocado vivir.

Con su narrativa, Doña Blanquita nos recuerda al escritor cubano Onelio Jorge Cardoso, quien nos dejó a su paso por este mundo una pintura inolvidable de las alturas rurales de la tierra del apóstol José Martí, quien también le cantaba al gentío descalzo con una poesía que traspasará incontenible los siglos de los siglos.

“Un silencio incrédulo cubría al grupo sin que nadie se atreviera a romperlo, hasta que Juan, vacío el corazón, con la certeza de lo presentido, le hizo a José una pregunta, una sola, dolida, abierta:

-Por qué vino, compadre, por qué vino?

Y José, mirándolo de frente, fuerte y seguro, sin miedo le contestó:

-El compromiso, compadre, el compromiso.

Y se fue por el camino, delante del alcalde y sus hombres, sabía Dios hasta cuándo”.

En ese episodio, Doña Blanca, muestra la rigidez y la regia formación del hombre dominicano, incapaz de faltar a su palabra, pues sabe que la palabra es sagrada y el que la viola se deshonra, se aparta de la comunidad. José ha venido a cumplir con el compromiso del convite, pese a que en la madrugada ha cometido un terrible delito.

En la colección hay otros cuentos de igual valor narrativo, como “Lluvia Oquendo”, “Si esta tierra fuera mía”, “La Puerta grande”, “El regreso”, “El hombre verdadero”, “La visa de la abuela”, “La Venganza”, “Las Sillas”, y “La última Palabra”.

Antes, Doña Blanquita nos había entregado el poemario “El Giro Azul”, donde encontramos trozos de líricas salidas de su alma:

“El giro azul”

“Un amplio giro azul hizo mi mano

Pero no me asombré de que así fuera

Si hay rosas que se duermen en la arena

Y campanas que suenan en silencio,

Y rocas esperando a la distancia.

Si hay sonrisas tendidas en el viento

Y gotas de ansiedad en los espacios,

¿Por qué mi giro azul es imposible?”.

Doña Blanquita es un remanso de cultura, una biblioteca viviente, con quien uno se llena de paz y recuerdo al leer o escuchar sus anécdotas que brotan al mismo ritmo del vaivén de su mecedora, en la terraza de su antigua residencia en la ciudad de San Cristóbal.

Petion Ville, Haití, en estos días lluviosos de mayo del año 2009.-

HECTOR PASTOR VASQUEZ FRIAS

http://identidadsanjuanera.blogspot.com/2009/06/blanca-kais-barinas-con-la-patria-en-el.html

El Autor era Ministro Consejero de la Embajada Dominicana, Haiti

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PARA SABER MÁS DE DOÑA BLANCA KAIS BARINA:




Sonajero de Carmen Esteva. Ilustraciones: Ruddy Núñez

 


A partir de 8 años

«Sonajero es alegre y bonachón. Con su buen humor, haciendo tintinear sus cascabeles, diluye cualquier malentendido y ganas de pelear entre los vecinos y en el seno de las familias. Cuando Miguel llega al pueblo, se dedica a provocar y hacer bromas pesadas al amistoso Sonajero intentando hacerlo enojar. Sin embargo, los demás niños irán al rescate y junto a sus padres y madres defenderán a Sonajero».


Esta historia de la admirada Carmen Esteva, trata sobre el acoso y la no aceptación del otro. De manera gratuita y de la nada, Miguel desde el comienzo tiene mala actitud contra Sonajero.

Sonajero, es un personaje estrafalario, de chaleco de fieltro, que sale acompañado de su paraguas como quien vive en carnaval día tras día.  Lo más llamativo es que su cuerpo "estaba hecho de cascabeles que tintineaban hasta cuando dormía".

Sonajero es un "apaga fuego" en el sentido de que donde había un conflicto, su baile (que a mí me hace pensar en un guloya o diablo cojuelo) y su ruido característico, terminan distrayendo a los contrincantes y diluyendo los problemas.

Entonces llega Miguel de otro pueblo y entiende que Sonajero es un ridículo, un fantoche y urde un plan para dañar al alegre personaje.

Sin embargo sucede algo extraordinario en un mundo lleno de conflictos y controversias.

¿Puede Miguel aceptar la diferencia? ¿Se enojará Sonajero contra el maltrato?

Te invito a leer esta historia de una auténtica escritora y maestra de la República Dominicana: Carmen Esteva. Ella es una de las pocas autoras del país que tiene una magnífica página Web para disfrute y conocimiento de sus lectores aquí y de todo el mundo.

https://carmenesteva.com/





jueves, 6 de mayo de 2021

CAPITÁN Y LOS GUAGUONAUTAS un cuento de Jimmy Sierra


En una esquina de la avenida José Trujillo Valdez, de cuyo nombre quisiera acordarme, vivía Capitán, un personaje quijotesco de mandíbula achatada y ojos hundidos que de tanto batallar contra las chichiguas de viento, comenzó a ponerse viejo.

Entonces quiso volver a sentirse como en sus años mozos y para ello consultó a los dioses del campo Felipa y Macario que tenían su reinado en la región del Cibao. Ellos le dijeron:

–Si logras rescatar al Bello Niño de Oro que fue secuestrado por el perverso Ciprián, volverás a sentirte joven. El niño está en un lugar secreto de La Zurza.

Entonces Capitán montó en una guagua de dos pisos que podía volar por los aires y navegar por ríos y mares, y llamó a todos los valientes que quisieran ir con él a rescatar al bello niño de oro.

En la nave se montaron cincuenta príncipes encabezados por Francareto, el héroe de La Selva; Chalango, el mago de Arroyo Salado. También Chamba, el príncipe de Jarro Sucio; Felipón, el gladiador del play de La Normal y Papi el de la varita de virtud. Además, Tafeta, la hechicera de la ciudad de los Zafacones.

Se fueron navegando por el río Ozama en busca del  Bello Niño de Oro secuestrado por el malvado Ciprián.

Y en medio del río aparecieron cientos de serpientes, cada una con siete cabezas, que se lanzaron contra la guagua de dos pisos. Los valientes sacaron sus machetes y comenzaron a partir las serpientes en dos, pero cada vez que cortaban un animal, éste se multiplicaba por cinco. En pocos minutos las serpientes estaban estrangulando la nave para destrozarla.

Capitán levantó su bastón hacia el sol, dirigiendo los rayos de luz hacia las culebras para convertirlas en lombrices que al caer al río eran devoradas por los peces.

Los guaguonautas siguieron por el río Ozama y al llegar a Los Tres Brazos comenzaron a oír el croar de las ranas asesinas, cuyo canto volvía locos a los hombres buenos y convertía en estúpidos a los hombres sabios. Varios valientes enloquecieron y se lanzaron al agua siendo devorados por los cangrejos gigantes. Otros se convirtieron en estúpidos y se envenenaron al comer las gomas de la guagua.

Tafeta, la hechicera frotó sus manos mágicas haciendo aparecer muchos tallos de auyama que sirvieron de flautas. Los valientes soplaron y de los tallos salió una música linda. Las ranas, al oírla, dejaron de croar y se convirtieron en mariposas para salir volando.

Más adelante, los guaguonautas se encontraron con una lluvia de llamas lanzadas por los peces ratones que vomitaban fuego. Las llamas casi incendian la nave, pues los valientes no podían apagarlas por más agua que les lanzaban.

Entonces, Pelao, el cazador de fantasmas, lanzó su diente mágico contra el piso de la guagua haciendo salir un gato Angora que se abalanzó sobre los peces ratones y los obligó a hundirse en el agua.

Y al fin, los valientes llegaron hasta la laguna de La Zurza, cuna de los cangrejitos saltarines, pero del fondo del río surgió el perverso Ciprián convertido en pez cajón. Abrió su boca para tragarse la nave.

Capitán maniobró a tiempo y la guagua se elevó rápidamente para darle la vuelta al monstruo y atraparlo por la cola.

Capitán le dio cien vueltas a Ciprián hasta que este se rompió en tres pedazos. Dos trozos cayeron en el mar Caribe. Uno bien al este, formándose con él la isla Saona. El otro cayó al oeste formándose la isla Beata.

Capitán arrojó al centro de la isla el tercer pedazo, que era la cola, y cayó en medio del lago Enriquillo, formándose la isla Cabritos.

Entonces los guaguonautas rescataron al  Bello Niño de Oro y lo llevaron hasta los dioses del campo Felipa y Macario.

Para cumplir su promesa, los dioses campesinos recompensaron a los valientes dándoles aletas, para que nadaran como los peces; alas para que volaran como los pájaros y también la inocencia, para que sintieran como los niños.

LA CIUDAD DE LOS FANTASMAS DE CHOCOLATE. Autor: Jimmy Sierra


Cuerpo en una burbuja: una innovación de la poesía dominicana

Ryan Santos Agradable ha sido para mí sumergirme en otra obra del prolífico escritor dominicano Julio Adames, a quien tuve la oportunidad de...