lunes, 20 de mayo de 2013

PONENCIA PRESENTADA POR LA ILUSTRADORA Y ESCRITORA ESPECIALIZADA EN LITERATURA INFANTIL Y JUVENIL LEONOR BRAVO EN EL SEMINARIO PREVIO AL MARATÓN.


MARATÓN DEL CUENTO: ECUADOR UN PAÍS QUE LEE
una fiesta de la palabra, el arte y lectura


Las primeras obras de literatura oral que creó el ser humano cuando se apropió de la lengua más allá de la mera comunicación para la sobrevivencia fueron para honrar a la divinidad, para enamorar y conquistar al otro y para dormir a los niños y jugar ellos. De manera que aquello que ahora se llama literatura infantil o literatura para niños, nació en un tiempo que se pierde en los orígenes de nuestra especie. Es una literatura que se hacía en el silencio de la noche, en la intimidad de los brazos de las madres o de las nanas, casi siempre al oído o entre risas y juegos, como un acto de amor y de necesidad de sueño, sin la conciencia de que eso era algo más que unas pocas palabras con sonidos dulces que invitaban a los niños a dormir y a las madres al descanso.

Luego, mucho más tarde, luego de siglos de injusticias contra esos seres pequeños de estatura, sin poder adquisitivo y no productores de bienes; de siglos de casi olvido, sin más atenciones que las necesarias para que crecieran pronto y se unieran a los ejércitos de campesinos, de soldados, de artesanos, de madres; de ser los primeros en morir en las pestes, los primeros abandonados en las guerras, a partir del siglo XVIII los niños empezaron a ser considerados algo más que adultos en potencia: seres con identidad propia, en camino a algo más como todos:

El niño camina a ser joven, el joven camina a ser adulto, el adulto camina a ser anciano, el anciano camina hacia la muerte. Todos vamos hacia algo, ninguno de los estados del ser humano es definitivo y no por ello es menos valioso que el estado del que vino o al estado que va.

El concepto de infancia ha sufrido muchas transformaciones y se ha enriquecido con el progresivo reconocimiento de sus derechos hasta ser considerado ahora como el periodo más decisivo de la vida del ser humano, y esta evolución ha influido también en la importancia que se ha dado paulatinamente a la literatura infantil.


Leonor Bravo

La literatura infantil nació como una estrategia para formar a los niños, para educarlos y civilizarlos como se decía en esa época, en la cual la intención moralizante era la que primaba, intención que tiene aún, desgraciadamente cultores y demandantes; en el siglo XIX se le empiezan a reconocer una serie de funciones de entretenimiento pero es recién en el siglo XX cuando se concede una función literaria a este tipo de obras, con lo cual obtiene su carta de identidad como el arte literario y plástico para niños. En el momento actual, dada la cantidad y calidad de las obras de este género, la teoría desarrollada a partir de ella, las licenciaturas y maestrías para su estudio, ya nadie se atreve a negar su existencia y su necesidad, y se vuelven insostenibles aquellas posturas que dicen que la literatura infantil es aquella que también le gusta a los niños, que, en el afán de colocarla en la misma categoría que la gran literatura, resulta una negación de las necesidades, gustos y derechos específicos de los niños. Diría yo que este concepto se aplica de manera más ajustada a la literatura para adultos, por ejemplo mi madre leyó Los miserables de Víctor Hugo a los ocho años y le gustó y La Guerra y la Paz de Tolstoi a los diez y le gustó y eso no convierte a esos libros en literatura infantil, sino a ella en una avezada lectora, como eran todos esos niños que en aquellos tiempos tuvieron la oportunidad de tener al alcance los libros de sus padres y alguien que les entusiasmara con su lectura.

Y, aunque creada por adultos, no es cualquier adulto el que escribe este tipo de literatura, si dejamos de lado aquellos escritores consagrados de literatura adulta que, tentados por las editoriales con jugosas ganancias, se arriesgan por estos caminos que huelen a leche, a chicle y chocolate, y dan a luz productos sosos y anodinos, poco dignos de su genio, o los escritores comerciales que escriben cualquier cosa que les pida el mercado. Porque el verdadero creador no escoge lo que escribe, escribe lo que le dicta su necesidad de expresión, su angustia o su alegría de ser, la urgencia de responderse esas preguntas que nadie escuchó, que cayeron en saco roto o recibieron comentarios vacíos. Respuestas que se expresan en forma de travesura, de risa o de dolor, que contadas por hadas, por monstruos, por animales, por personajes rebeldes o contestatarios, hablan de las eternas preocupaciones de los seres humanos de cualquier edad: ¿quien soy?, ¿adónde voy?, ¿cuál es el sentido de la vida?

Todas las etapas de la vida humana necesitan ser pensadas y expresadas y esa es una de las cosas que hace la literatura infantil, eso es lo que hacen los adultos que escriben esa literatura: expresar la infancia desde su propia vivencia, desde sus recuerdos guardados de tal manera que pueden volver a ellos de forma inmediata como si su infancia viviera al lado de su adultez y les permitiera conectarse con quienes son niños ahora. Por eso, los niños se encantan y se sienten expresados por ella.

Estas y otras reflexiones son las que nos llevaron como Girándula, Asociación ecuatoriana del libro infantil y juvenil, IBBY Ecuador, hace ocho años a crear el maratón del cuento, un evento en el cual los niños tuvieran un espacio lúdico de encuentro con la literatura, los libros, la lectura en voz alta de cuentos, los escritores e ilustradores de las obras que ahora, otra vez, por octava ocasión, visten a nuestra ciudad con su magia. Un espacio diferente al de las ferias del libro tradicionales en las cuales los niños deben ir al ritmo de sus padres, sin detenerse demasiado en aquello que les llama la atención, y sin encontrar todos los libros que ellos quisieran mirar. Un espacio creado especialmente para niños y jóvenes en el cual pudieran sentarse a revisar y leer los libros que les interesaban, en el que dialogaran con los autores de aquellas obras que les habían hecho soñar, y pudieran admirar las ilustraciones fuera del formato libro, como el arte plástico creado para ellos. Un espacio en el que los niños tuvieran contacto con una lectura no escolarizada, que pudieran escuchar la literatura por el gusto de hacerlo, sin la obligatoriedad de leer. En el que la familia, los adultos, los padres, los abuelos, recordaran el placer de escuchar un cuento, revivieran la fiesta que significa la palabra literaria, que volvieran otra vez a su infancia y rieran y se asustaran, y que además de disfrutar, se entusiasmaran con leer a sus hijos en sus casas, con el acto de trasmitirles el amor por la lectura con su propia voz.

El Maratón del cuento fue pensado al inicio como el modesto sueño de leerles cuentos a los niños, en un lugar para nada modesto, una joya de cristal enclavada sobre uno de los lugares más emblemáticos de la ciudad: la loma del Itchimbía. Eso y el que Girándula, IBBY Ecuador, no estaba formada solamente por escritores, sino por todos los actores relacionados con los libros de literatura infantil y juvenil, hizo que nos replanteáramos el evento de manera que todos quienes hacemos la organización: escritores, ilustradores, editoriales y librerías tuviéramos un papel destacado en el mismo. Por ello ya el primer Maratón, en el 2006, tuvo feria del libro en la cual los editores y librerías socias de Girándula pudieran exponer la producción anual de los autores nacionales y las últimas propuestas de diferentes editoriales internacionales; exposición de ilustraciones de libros para niños y jóvenes, nacional e internacional; lectura de cuentos por parte de los propios autores, para el año siguiente enriquecida con la presencia de invitados especiales entre ellos: cantantes, actores, conductores de televisión y radio, deportistas, reinas de la ciudad, políticos, quienes aceptaron encantados nuestra invitación y se prepararon con especial dedicación para leer los cuentos con verdadera maestría. A nuestros aliados fundamentales, los colegios en los cuales se leen nuestras obras les propusimos algo especial: una Exposición de periódicos murales en los cuales pudieran compartir con el público y con otros maestros las diferentes maneras en que ellos hacen que sus estudiantes se enamoren de la lectura.

Y cada nuevo año concursos de diferente tipo: de personajes de los cuentos, de fotografía, de ilustración, de los stands que mayores facilidades dieran a los niños para su acceso a los libros, con la idea de vivir la literatura desde diferentes espacios y disciplinas.

El MARATON DEL CUENTO: ECUADOR UN PAÍS QUE LEE, el evento de promoción lectora más grande e importante del país, se ha realizado por 7 ocasiones en Quito, este es el octavo año; 4 en Cuenca, 1 en Loja, 1 en Guayaquil y 1 en Azogues, eventos en los cuales hemos contado con la asistencia de más de 250 000 personas.

Pero no todo ha sido magia y fantasía, pues además de compartir con nuestro público y promocionar la lectura entre ellos y los miles de personas que durante estos años han escuchado hablar del maratón, (calculamos que gracias a la difusión del evento por radio, prensa y televisión hemos tenido audiencia entre directa e indirecta de más de 2 millones de personas) le hemos dado mucha importancia a la capacitación y a la reflexión teórica en diferentes temas ligados a: la lectura en el aula y en el medio familiar, la escritura literaria, la producción editorial, el rol de las librerías y los medios de comunicación en la promoción lectora, el manejo de bibliotecas, la ilustración, entre otros. Y en diez eventos académicos: congresos y seminarios internacionales hemos contado con la presencia de especialistas de la talla de Teresa Colomer, Jaime García Padrino, Elisa Yuste, María Beatriz Medina, Pablo Amargo, Javier Zabala, Rui de Oliveira, Ángela Lago. Tuvimos además un Encuentro de Escritores de literatura infantil de Europa y América con Gonzalo Moure, Liliana Bodoc, Irene Vasco, Marina Colasanti, Triunfo Arciniegas, Enrique Pérez, Francisco Hinojosa, Laura Antillano, entre otros. En todos los eventos han participado, de igual forma los escritores y especialistas del Ecuador.

Todos los años hemos hecho, además especial énfasis en la capacitación de estudiantes de diversas carreras pedagógicas en lectura en voz alta, estrategia privilegiada de la promoción lectora. En estos eventos, uno de los cuales tuvo una duración de seis meses, han participado estudiantes de las principales universidades del país.

Para que todas las familias que vinieran al maratón tuvieran una historia que leer esa noche, en cada uno de los eventos regalamos un cuento en forma de minilibro a cada uno de los niños y niñas que asistían a la programación. Con este fin hemos publicado 60 cuentos interculturales inéditos, escritos e ilustrados por los miembros de nuestra organización, que son un aporte valioso para la reflexión y conocimiento de la rica configuración cultural de nuestro país. De cada uno de ellos se han impreso entre 20 y 50 000 ejemplares. Estos cuentos se han repartido, además, en las Ferias del Libro organizadas por el Ministerio de Cultura tanto en el país como en el Perú, en Bolivia y en Colombia.

El Maratón del cuento, que es la principal estrategia de Girándula para la promoción de la lectura, y que tiene entre otros objetivos hacer visible la importancia que tiene la lectura de literatura en la formación intelectual y emocional de niños y jóvenes, y difundir la cada vez mayor producción de literatura infantil en el país, es un fenómeno que responde a la etapa de florecimiento de la literatura para niños y jóvenes que está viviendo nuestro país, que, aunque entró con retraso, a mediados de los años 90, en una aventura que en Argentina, Brasil y Cuba se inició en los años 60:, y en Colombia, México y Venezuela en los 80, goza ahora de buena salud y tiene cada vez más lectores y una producción de calidad a nivel literario, de ilustración y de edición.

El Maratón del cuento se parece a Navidad, todos están felices y nos dan regalos, dijo un niño, mientras miraba maravillado los stands de la feria con sabor a fiesta, los miles de libros expuestos, las ilustraciones, la gente disfrazada de personajes de los cuentos; después de haber escuchado a su escritora o escritor favorito y de que éste le hubiera firmado un libro. Ese niño que en su primera visita tenía siete años tiene ahora catorce y es un adolescente lector con gustos y criterios literarios formados. Y ese es uno de los aportes más importantes de este evento y del desarrollo que ha alcanzado la literatura infantil y juvenil: el entregar al país una generación formada de lectores interesados, ávidos y curiosos.

Falta, por supuesto, mucho camino por recorrer, hay todavía miles de niños que no leen porque no tienen acceso a libros de literatura y porque no tienen maestros que los entusiasmen con la lectura; hacen falta más bibliotecas públicas y escolares y muchos eventos de este tipo en otras ciudades del país, nosotros como Girándula seguiremos empeñados en el esfuerzo de multiplicar esta fiesta de la palabra, de hacer del Ecuador un país que lee.


Por lo pronto, este año, Quito se ha vuelto a vestir de palabras, de ilustraciones, de sueños: dulces, traviesos, tristes, misteriosos, radiantes, curiosos. Hemos disfrutado otra vez la gran fiesta anual de la lectura, esperada por familias, niñas, niños y jóvenes . El Maratón del Cuento, Quito, una ciudad que lee, que va ya por su octava edición, está otra vez entre nosotros.

©Leonor Bravo

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