MARATÓN DEL CUENTO: ECUADOR
UN PAÍS QUE LEE
una fiesta de la palabra, el arte y lectura
Por Leonor Bravo
Las primeras obras de literatura oral que creó el ser humano
cuando se apropió de la lengua más allá de la mera comunicación para la
sobrevivencia fueron para honrar a la divinidad, para enamorar y conquistar al
otro y para dormir a los niños y jugar ellos. De manera que aquello que ahora
se llama literatura infantil o literatura para niños, nació en un tiempo que se
pierde en los orígenes de nuestra especie. Es una literatura que se hacía en el
silencio de la noche, en la intimidad de los brazos de las madres o de las
nanas, casi siempre al oído o entre risas y juegos, como un acto de amor y de
necesidad de sueño, sin la conciencia de que eso era algo más que unas pocas
palabras con sonidos dulces que invitaban a los niños a dormir y a las madres
al descanso.
Luego, mucho más tarde, luego de siglos de injusticias contra
esos seres pequeños de estatura, sin poder adquisitivo y no productores de
bienes; de siglos de casi olvido, sin más atenciones que las necesarias para
que crecieran pronto y se unieran a los ejércitos de campesinos, de soldados,
de artesanos, de madres; de ser los primeros en morir en las pestes, los
primeros abandonados en las guerras, a partir del siglo XVIII los niños
empezaron a ser considerados algo más que adultos en potencia: seres con
identidad propia, en camino a algo más como todos:
El niño camina a ser joven, el joven camina a ser adulto, el
adulto camina a ser anciano, el anciano camina hacia la muerte. Todos vamos
hacia algo, ninguno de los estados del ser humano es definitivo y no por ello
es menos valioso que el estado del que vino o al estado que va.
El concepto de infancia ha sufrido muchas transformaciones y se
ha enriquecido con el progresivo reconocimiento de sus derechos hasta ser
considerado ahora como el periodo más decisivo de la vida del ser humano, y
esta evolución ha influido también en la importancia que se ha dado
paulatinamente a la literatura infantil.
Leonor Bravo |
La literatura infantil nació como una estrategia para formar a
los niños, para educarlos y civilizarlos como se decía en esa época, en la cual
la intención moralizante era la que primaba, intención que tiene aún,
desgraciadamente cultores y demandantes; en el siglo XIX se le empiezan a
reconocer una serie de funciones de entretenimiento pero es recién en el siglo
XX cuando se concede una función literaria a este tipo de obras, con lo cual
obtiene su carta de identidad como el arte literario y plástico para niños. En
el momento actual, dada la cantidad y calidad de las obras de este género, la
teoría desarrollada a partir de ella, las licenciaturas y maestrías para su
estudio, ya nadie se atreve a negar su existencia y su necesidad, y se vuelven
insostenibles aquellas posturas que dicen que la literatura infantil es aquella
que también le gusta a los niños, que, en el afán de colocarla en la misma
categoría que la gran literatura, resulta una negación de las necesidades,
gustos y derechos específicos de los niños. Diría yo que este concepto se
aplica de manera más ajustada a la literatura para adultos, por ejemplo mi
madre leyó Los miserables de Víctor Hugo a los ocho años y le gustó y La Guerra
y la Paz de Tolstoi a los diez y le gustó y eso no convierte a esos libros en
literatura infantil, sino a ella en una avezada lectora, como eran todos esos
niños que en aquellos tiempos tuvieron la oportunidad de tener al alcance los
libros de sus padres y alguien que les entusiasmara con su lectura.
Y, aunque creada por adultos, no es cualquier adulto el que
escribe este tipo de literatura, si dejamos de lado aquellos escritores
consagrados de literatura adulta que, tentados por las editoriales con jugosas
ganancias, se arriesgan por estos caminos que huelen a leche, a chicle y
chocolate, y dan a luz productos sosos y anodinos, poco dignos de su genio, o
los escritores comerciales que escriben cualquier cosa que les pida el mercado.
Porque el verdadero creador no escoge lo que escribe, escribe lo que le dicta
su necesidad de expresión, su angustia o su alegría de ser, la urgencia de
responderse esas preguntas que nadie escuchó, que cayeron en saco roto o
recibieron comentarios vacíos. Respuestas que se expresan en forma de
travesura, de risa o de dolor, que contadas por hadas, por monstruos, por
animales, por personajes rebeldes o contestatarios, hablan de las eternas preocupaciones
de los seres humanos de cualquier edad: ¿quien soy?, ¿adónde voy?, ¿cuál es el
sentido de la vida?
Todas las etapas de la vida humana necesitan ser pensadas y
expresadas y esa es una de las cosas que hace la literatura infantil, eso es lo
que hacen los adultos que escriben esa literatura: expresar la infancia desde
su propia vivencia, desde sus recuerdos guardados de tal manera que pueden
volver a ellos de forma inmediata como si su infancia viviera al lado de su
adultez y les permitiera conectarse con quienes son niños ahora. Por eso, los
niños se encantan y se sienten expresados por ella.
Estas y otras reflexiones son las que nos llevaron como
Girándula, Asociación ecuatoriana del libro infantil y juvenil, IBBY Ecuador,
hace ocho años a crear el maratón del cuento, un evento en el cual los niños
tuvieran un espacio lúdico de encuentro con la literatura, los libros, la
lectura en voz alta de cuentos, los escritores e ilustradores de las obras que
ahora, otra vez, por octava ocasión, visten a nuestra ciudad con su magia. Un
espacio diferente al de las ferias del libro tradicionales en las cuales los
niños deben ir al ritmo de sus padres, sin detenerse demasiado en aquello que
les llama la atención, y sin encontrar todos los libros que ellos quisieran
mirar. Un espacio creado especialmente para niños y jóvenes en el cual pudieran
sentarse a revisar y leer los libros que les interesaban, en el que dialogaran
con los autores de aquellas obras que les habían hecho soñar, y pudieran
admirar las ilustraciones fuera del formato libro, como el arte plástico creado
para ellos. Un espacio en el que los niños tuvieran contacto con una lectura no
escolarizada, que pudieran escuchar la literatura por el gusto de hacerlo, sin
la obligatoriedad de leer. En el que la familia, los adultos, los padres, los
abuelos, recordaran el placer de escuchar un cuento, revivieran la fiesta que
significa la palabra literaria, que volvieran otra vez a su infancia y rieran y
se asustaran, y que además de disfrutar, se entusiasmaran con leer a sus hijos
en sus casas, con el acto de trasmitirles el amor por la lectura con su propia
voz.
El Maratón del cuento fue pensado al inicio como el modesto
sueño de leerles cuentos a los niños, en un lugar para nada modesto, una joya
de cristal enclavada sobre uno de los lugares más emblemáticos de la ciudad: la
loma del Itchimbía. Eso y el que Girándula, IBBY Ecuador, no estaba formada
solamente por escritores, sino por todos los actores relacionados con los
libros de literatura infantil y juvenil, hizo que nos replanteáramos el evento
de manera que todos quienes hacemos la organización: escritores, ilustradores,
editoriales y librerías tuviéramos un papel destacado en el mismo. Por ello ya
el primer Maratón, en el 2006, tuvo feria del libro en la cual los editores y
librerías socias de Girándula pudieran exponer la producción anual de los
autores nacionales y las últimas propuestas de diferentes editoriales
internacionales; exposición de ilustraciones de libros para niños y jóvenes,
nacional e internacional; lectura de cuentos por parte de los propios autores,
para el año siguiente enriquecida con la presencia de invitados especiales
entre ellos: cantantes, actores, conductores de televisión y radio,
deportistas, reinas de la ciudad, políticos, quienes aceptaron encantados
nuestra invitación y se prepararon con especial dedicación para leer los
cuentos con verdadera maestría. A nuestros aliados fundamentales, los colegios
en los cuales se leen nuestras obras les propusimos algo especial: una Exposición
de periódicos murales en los cuales pudieran compartir con el público y con
otros maestros las diferentes maneras en que ellos hacen que sus estudiantes se
enamoren de la lectura.
Y cada nuevo año concursos de diferente tipo: de personajes de
los cuentos, de fotografía, de ilustración, de los stands que mayores
facilidades dieran a los niños para su acceso a los libros, con la idea de
vivir la literatura desde diferentes espacios y disciplinas.
El MARATON DEL CUENTO: ECUADOR UN PAÍS QUE LEE, el evento de
promoción lectora más grande e importante del país, se ha realizado por 7
ocasiones en Quito, este es el octavo año; 4 en Cuenca, 1 en Loja, 1 en
Guayaquil y 1 en Azogues, eventos en los cuales hemos contado con la asistencia
de más de 250 000 personas.
Pero no todo ha sido magia y fantasía, pues además de compartir
con nuestro público y promocionar la lectura entre ellos y los miles de
personas que durante estos años han escuchado hablar del maratón, (calculamos
que gracias a la difusión del evento por radio, prensa y televisión hemos
tenido audiencia entre directa e indirecta de más de 2 millones de personas) le
hemos dado mucha importancia a la capacitación y a la reflexión teórica en
diferentes temas ligados a: la lectura en el aula y en el medio familiar, la
escritura literaria, la producción editorial, el rol de las librerías y los
medios de comunicación en la promoción lectora, el manejo de bibliotecas, la
ilustración, entre otros. Y en diez eventos académicos: congresos y seminarios
internacionales hemos contado con la presencia de especialistas de la talla de
Teresa Colomer, Jaime García Padrino, Elisa Yuste, María Beatriz Medina, Pablo
Amargo, Javier Zabala, Rui de Oliveira, Ángela Lago. Tuvimos además un
Encuentro de Escritores de literatura infantil de Europa y América con Gonzalo
Moure, Liliana Bodoc, Irene Vasco, Marina Colasanti, Triunfo Arciniegas,
Enrique Pérez, Francisco Hinojosa, Laura Antillano, entre otros. En todos los
eventos han participado, de igual forma los escritores y especialistas del
Ecuador.
Todos los años hemos hecho, además especial énfasis en la
capacitación de estudiantes de diversas carreras pedagógicas en lectura en voz
alta, estrategia privilegiada de la promoción lectora. En estos eventos, uno de
los cuales tuvo una duración de seis meses, han participado estudiantes de las
principales universidades del país.
Para que todas las familias que vinieran al maratón tuvieran una
historia que leer esa noche, en cada uno de los eventos regalamos un cuento en
forma de minilibro a cada uno de los niños y niñas que asistían a la
programación. Con este fin hemos publicado 60 cuentos interculturales inéditos,
escritos e ilustrados por los miembros de nuestra organización, que son un
aporte valioso para la reflexión y conocimiento de la rica configuración
cultural de nuestro país. De cada uno de ellos se han impreso entre 20 y 50 000
ejemplares. Estos cuentos se han repartido, además, en las Ferias del Libro
organizadas por el Ministerio de Cultura tanto en el país como en el Perú, en
Bolivia y en Colombia.
El Maratón del cuento, que es la principal estrategia de
Girándula para la promoción de la lectura, y que tiene entre otros objetivos
hacer visible la importancia que tiene la lectura de literatura en la formación
intelectual y emocional de niños y jóvenes, y difundir la cada vez mayor
producción de literatura infantil en el país, es un fenómeno que responde a la
etapa de florecimiento de la literatura para niños y jóvenes que está viviendo
nuestro país, que, aunque entró con retraso, a mediados de los años 90, en una
aventura que en Argentina, Brasil y Cuba se inició en los años 60:, y en
Colombia, México y Venezuela en los 80, goza ahora de buena salud y tiene cada
vez más lectores y una producción de calidad a nivel literario, de ilustración
y de edición.
El Maratón del cuento se parece a Navidad, todos están felices y
nos dan regalos, dijo un niño, mientras miraba maravillado los stands de la
feria con sabor a fiesta, los miles de libros expuestos, las ilustraciones, la
gente disfrazada de personajes de los cuentos; después de haber escuchado a su
escritora o escritor favorito y de que éste le hubiera firmado un libro. Ese
niño que en su primera visita tenía siete años tiene ahora catorce y es un
adolescente lector con gustos y criterios literarios formados. Y ese es uno de
los aportes más importantes de este evento y del desarrollo que ha alcanzado la
literatura infantil y juvenil: el entregar al país una generación formada de
lectores interesados, ávidos y curiosos.
Falta, por supuesto, mucho camino por recorrer, hay todavía
miles de niños que no leen porque no tienen acceso a libros de literatura y
porque no tienen maestros que los entusiasmen con la lectura; hacen falta más
bibliotecas públicas y escolares y muchos eventos de este tipo en otras
ciudades del país, nosotros como Girándula seguiremos empeñados en el esfuerzo
de multiplicar esta fiesta de la palabra, de hacer del Ecuador un país que lee.
Por lo pronto, este año, Quito se ha vuelto a vestir de
palabras, de ilustraciones, de sueños: dulces, traviesos, tristes, misteriosos,
radiantes, curiosos. Hemos disfrutado otra vez la gran fiesta anual de la
lectura, esperada por familias, niñas, niños y jóvenes . El Maratón del Cuento,
Quito, una ciudad que lee, que va ya por su octava edición, está otra vez entre
nosotros.
©Leonor Bravo
Realmente algo maravilloso. Hay que continuar motivando a esta humanidad sobre la importancia de leer. Me encanta.
ResponderEliminar