sábado, 16 de junio de 2018

LOLA primer libro infantil de Junot Díaz. El país mágico de los inmigrantes


He terminado el libro que tan amablemente me regaló Elizabeth Balaguer.  Lola de Junot Díaz y Leo Espinosa como ilustrador magnífico. Edición en español de ISLANDBORN. Es una historia emotiva que toca el corazón y llena de empatía a todos cuantos han tenido que dejar su país para vivir en tierra extranjera.

Yo no sé si Junot Díaz leyó a Lorelay Carrón, escritora que ganó el primer Premio Anual de Literatura Infantil Aurora Tavárez Belliard en 1997-1998, publicado en 1999. Y es que el tema es idéntico: Reconstruir el país a través de un dibujo infantil en una escuela extranjera.

En el argumento de Un pedacito verde en el corazón, nombre del libro de Carrón, la niña que emigra se niega a hablar en inglés por una recomendación de su amiga:


«Laura cerró los ojos. Podía oler la suave brisa marina, sentir las gotitas de agua salada sobre su cara, y ver a su amiga Sofía. El día antes de dejar la isla, Sofía le dijo a Laura algo que jamás olvidaría. 
—Cuando estés en Nueva York, nunca nunca hables en inglés, porque si lo haces, todo en esta isla desaparecerá, incluso tú. Te olvidarás de nosotros.
La cara de Sofía estaba tan cerca al decir esto, que Laura se vio reflejada en sus negros ojos. Creyó lo que le decía Sofía, sobre todo porque ella era su mejor amiga.
Ese día le prometió que nunca hablaría en inglés y para sellar la promesa dibujaron juntas sobre un papel todas las cosas bellas de la isla.»
Lorelay Carrón, Un pedacito verde en el corazón.
Premio Anual de Literatura Infantil 1997-1998


En Lola, de Junot Díaz, la niña no recuerda su vida en la tierra natal porque sus padres se la llevaron de pocos meses, por lo tanto, cuando la profesora pone de tarea la descripción del lugar de origen, Lola se ve en dificultades. Es por eso que recurre a las personas que la rodean para hacer su trabajo.

La pequeña cuestiona a su familia, a los vecinos y allegados para que le den su visión de lo que añoran, del mundo de sensaciones que tienen dentro y del cual no pueden desprenderse por más inglés que hablen.

Resalta la capacidad de síntesis del autor, algo imprescindible en toda obra para niños. La objetividad del lenguaje de quienes dominan el oficio, desestimando adjetivos innecesarios y descripciones inútiles. Un precioso libro de una 5 cuartillas sin ilustraciones, algo que menciono para recordar que las obras dirigidas a niños menores de 10 años tienen, necesariamente, que ser hermosas, precisas y cortas. Al menos en países como el nuestro donde se lee como tarea obligatoria impuesta por los centros educativos, salvo excepciones.
Es así como Junot Díaz regala al mundo hispano por un lado, y al angloparlante por el otro, una visión de esta tierra que se encamina cada día más a fomentar la industria del turismo y efectivamente, se resaltan los poderes sinestésicos de sabores, olores, visiones y colores, percibidos a la vez. El mar, tan valorado con las mejores playas del mundo, la calidad de ínsula (para mi gusto un poco exagerada, pues menciona Isla -así con mayúsculas- 28 veces, que ciertamente, también Lorelay resaltó en su trabajo, por lo que se entiende que vivir en el extranjero da unos matices de relieve a la particularidad de ser oriundo de una isla. Personalmente, me he sentido isleña sólo cuando entendí que algunas personas se enquistan en sus ideas y creen que somos el ombligo del mundo, sin dar paso a la diversidad. Afortunadamente, ese asunto está cada vez más amortiguado por la increíble tecnología que tenemos, unida a la privilegiada posición geográfica de La Española en las 3/4 partes que llamamos República Dominicana, nos abre más los ojos y la mente arrinconando la ignorancia.
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De modo que el agua de coco, el sabor auténtico de las frutas (créanme: no saben igual si no se cultivan bajo este sol); los mangos enormes y sabrosos, la música que invade todos los oídos y pone a mover los pies; lo diverso de la gente que Díaz compara con el arcoiris, una buena metáfora para todos los tipos de pieles de la nación. El murciélago como representante de la fauna, con ese recurso de imaginación que lo ubica entre un avión y una sábana voladora (¡me encanta!)... Los carros de colores por todas partes (que por suerte, en el libro no vienen con el ruido y el tapón, pero lo evocan). Un mosaico que da la idea hermosa y colorida, merenguera y radiante de lo que somos.
La parte seria, la que toca al señor Mir, conserje taciturno del edificio donde vive Lola, es la del exilio. La de aquellos que abandonaron la tierra, no por buscar bienestar económico, sino porque sus vidas peligraban en ese demencial acto de las dictaduras de querer acabar con la gente para eliminar sus ideas. Mir, tiene el apellido no común del Poeta nacional, como homenaje del escritor, se reviven 30 años de dictadura del Monstruo, que tampoco yo quiero mencionar por nombre y apellido pues me enoja que quieran revivirlo actualmente. Mir representa en el libro a un MATAMONSTRUOS, buen oficio para quienes combaten dictaduras.


Mi única objeción es la utilización de la palabra isla sin alguna precisión en todo el libro, cuando es un hecho que la isla nos pertenece en 3/4 partes reitero. A Haití nadie lo puede borrar y es de respeto decir la verdad: Somos dos naciones muy distintas ocupando una isla.

Por otro lado en el siguiente diálogo, el tratamiento de los héroes, tampoco me gusta, porque necesito tenerlos con sus caras y sus nombres. Cosa que ya han hecho varios autores de literatura infantil e historiadores, más allá de las metáforas. Cito un fragmento de Lola:

"—¡Wao! —susurró Lola—. ¿Y qué les pasó a los héroes?
—Nadie lo sabe en realidad. Fue hace mucho tiempo —dijo el señor Mir; se quitó los lentes y suspiró."

Bueno, finalmente Lola no hace una simple tarea: Parece que hizo un libro con portada y todo. Un libro que al abrirlo hace surgir la ISLA, según Junot, pero debería salir un país de 3 litorales y una frontera con las mismas características que de manera hermosa nos ofrece Lola; las mismas que nos diferencian de cualquier otro país del Trópico, incluso de Cuba y Puerto Rico a quienes tanto nos parecemos.

El narrador de Junot se convirtió en Lola en este libro para regalar a los niños, y a quienes aman la belleza, un país peculiar, que más de 500 años después sigue luchando por su identidad, atributo básico para ser felices o al menos, vivir satisfechos de nosotros mismos. En eso estamos, tomando y dejando como buenos eclécticos. 

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