El murciélago y el delfín
Un murciélago curioso
al mar se fue un día a buscar
al delfín que le aceptara
un reto para pelear.
Después de volar la noche
se posó en un arrecife
y divisó a los delfines
que retozando vinieron.
-!Eh, tú, el más brilloso!
Te reto a un duelo ultrasónico
para probar que a nosotros
ningún pez nos quita el sueño.
El delfín no se inmutó,
pero emitió tal silbido
que como todos sabemos,
casi perfecto, invaluable
es la envidia de un radal.
¿Sabes que después del hombre,
es que va nuestro cerebro?
-Lo sé -repuso el murciélago
y a seguidas continuó:
-Y tú no podrás negar
que es virtud en la raza mía,
adaptarnos sin melindres
ante cualquier situación.
-No lo discuto y comprendo
que probablemente tú,
hayas venido hasta aquí,
impedido de encontrar
amor en comunidad.
Para lanzarme este reto
seguro que haz de extrañar
juego, calor familiar...
El murciélago calló
pues comprendió
en un instante su porfía y temeridad.
Prueba grande de un entorno
falto de seguridad
es que seres inferiores salen siempre a provocar
a quien con tan buena estrella
vive feliz en el mar.
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