© JOSÉ CARVAJAL
La idea es buena. El poeta Leopoldo Minaya sacó a Don Quijote del entorno de la Mancha para propiciar un encuentro del viejo hidalgo con un niño de tiempos muy modernos, sin que eso signifique relevo.
«Don Quijote, el héroe,
sale de los libros
a tomar el aire
claro del camino».
###
Así comienza «Cuento de los dos Quijotes», un pequeño libro que exhibe en sus páginas una gama de enseñanzas distribuidas en siete escenas que sugieren una lectura teatral con ritmo y rima de versos para niños y el lector juvenil.
«Caballero andante
valeroso, digno,
que embistió gigantes...
brazos de molino».
###
¿Quién no recuerda los molinos que Don Quijote en su enajenación confundió con gigantes guerreros? Pero así como no eran lo que Alonso Quijano decía, tampoco Don Quijote fue hombre de carne y hueso, aunque nadie dudaría eso. Leopoldo lo dice o lo canta:
«Siglos lleva ya,
siglos, lleva siglos
entre editoriales,
entre linotipos,
entre letra y letra,
entre signo y signo,
entre las solapas
de los pergaminos...».
###
Pero andariego era el de la Mancha; anduvo tanto dentro del libro escrito por Cervantes que un día parece haber asomado las narices fuera de aquellas páginas para que Leopoldo le cambiara la vida de novela por una de cuento.
«Siempre que el Quijote
sale de los libros
va buscando un aire
limpio...
limpio...
limpio...».
###
Y en el cuento fue que encontró al niño en la segunda escena.
«Por tomar el aire
claro del camino,
Don Quijote, a veces,
sale de los libros...
Al llegar a un pueblo
le detiene un niño
que le dice:
—¿Puedo
conversar contigo,
valeroso hidalgo?
"Puedes, puedes, hijo",
dice el caballero,
que se ha enternecido...».
###
El niño, al no conocer nada de Sancho no podía aspirar a ser escudero; por eso se entiende que de la cuna y sin saberlo llegue a ser el otro Quijote del cuento.
Luego, el niño empieza:
«Quiero ser tu amigo,
quiero ser tan grande
como tú lo has sido...
¡deshacer entuertos!,
y a mi espada fío
redoblar la fuerza
de los desvalidos...»
###
Quijote el viejo y Quijote el niño viven de la mano del poeta Leopoldo que no olvida la escena de los molinos de viento para que el caballero andante nombre como guerrero al pequeño.
«Nuevo paladín,
lucharás conmigo,
pero aquí a mi lado,
contra el enemigo»,
instruye el Quijote
al valiente niño...
«Ves esos dos ogros
que amedrentan mucho
y agitan los brazos?
¡Muy en guardia, hijo!
¡No hay que equivocarse!
Parecen molinos...
pero son gigantes
de una tierra extraña
que traen a cuestas
los males del siglo...»
###
Y si no olvidó la batalla contra los molinos de viento, el poeta Leopoldo tampoco olvida la terquedad del Caballero de la Triste Figura que por más que la buscara nunca vio ante sus ojos a la doncella Dulcinea del Toboso.
DON QUIJOTE:
—Ratifico: son
entes de maldad.
EL NIÑO:
—Yo: generadores
de electricidad.
DON QUIJOTE:
—Insisto: nos cercan
figuras diabólicas.
EL NIÑO:
—Y yo te repito:
turbinas eólicas.
###
En el libro hay más de una enseñanza y consejo:
«¡No deshonres nunca
tu palabra, nunca!
¡Cumple, cumple siempre
con lo prometido!
Ante mí levantas
del honor las actas,
¡y que Rocinante
sirva de testigo!"».
###
Y la acción igual se registra como en Castilla-La Mancha.
¡El niño acomete
con sed de justicia!
Y entre aquel tumulto
de capa y espada
decididamente
lanza la estocada,
levanta los brazos,
gira de revés,
al rudo molino
le da un puntapié,
y vuelve a la carga,
ataca, arremete...
y con gran esfuerzo
al malo somete.
¡Triunfó la justicia,
se vio su luz pura!
¡El niño, del héroe
cobra la estatura!
###
Aunque la intención es literaria, Leopoldo Minaya pensó que también sería útil en las aulas. De ahí lo que agrega y llama el «Apéndice pedagógico» para introducirlo de la siguiente manera: «Este apéndice tiene como propósito transformar la lectura de "Cuento de los dos Quijotes" en una experiencia integral que fomente la comprensión lectora, la expresión artística, la reflexión ética y la creatividad de los estudiantes. Se sugiere aplicarlo en distintos grados, adaptando la complejidad de las actividades según la edad. Muchos maestros comprobarán que, leído en voz alta, el texto adquiere un ritmo musical que atrapa incluso a los estudiantes más distraídos».
De esa introducción surgen los apartados que son las recomendaciones del autor al docente: 1) Lectura y comprensión; 2) Dramatización y expresión artística; 3) Reflexión ética y filosofía; 4) Comprensión lingüística; 5) Transversalidad; 6) Proyecto final; y 7) Evaluación formativa.
###
Concluyo esta mirada a «Cuento de los dos Quijotes» agradeciendo a Leopoldo Minaya por el obsequio de un ejemplar.
Vale.
