jueves, 26 de diciembre de 2024

El milagro de la Nochebuena. Cuento de José Ramón López

A la señorita Josefita Cestero. Esposa del autor desde 1898.



-Mamá, ¿sabes que el Niño va a ponerle esta noche a Pepito muchísimos dulces y juguetes en los zapatos? Me lo dijo, que su papá se lo había asegurado. Y yo quiero que a mí me ponga también. Caramba, que el año pasado me dejó esperando.

La madre sintió que se le aguaban los ojos y oprimió contra su seno al hijo querido que se iba a acostar la Nochebuena sin más cena que la ordinaria y amanecería el sábado de Pascuas sin otro juguete que el palo de la escoba. Había hecho lo posible por ahorrar algo para comprarle un caballito de madera que le había gustado; pero todo fue inútil y llegó el día con la misma miseria que los anteriores.

-Luisito- le dijo para consolarlo- la Virgen es muy buena. Rézale la oración que te he enseñado. Pídele con devoción que te mande esta noche al Niño con muchos regalos y verás cómo te lo concede, querubincito mío. Arrodíllate y reza, que la Virgen nos oye.

-¿Y me traerá el caballito?- balbuceó el chico, soñoliento ya, con los ojos medio entornados.

-Sí, hijito. Te lo traerá para que juegues, y muchos dulces y confites.

-Pues bueno- replicó él, y se puso de hinojos frente a su madre, lleno de unción, las manos palma con palma a la altura del pecho, y la cabecita rubia echada hacia atrás, circundada de rizos que tembloteaban al menor movimiento.

Luego empezó en su adorable media lengua:

“Dios te salve, María. Llena eres de gracia”…

El sueño bajaba como una venda sobre sus ojos, y cuando terminó la oración apenas le quedó tiempo de preguntar a su madre:

-¿Tú crees que me lo traerá?...

-Sí, queridito mío- le respondió ella, besándolo y estrechándolo en su regazo, donde al momento se quedó dormido con la serena placidez de los niños, con esa respiración tranquila y pausada, encanto de las madres.

En cuanto amaneció, Luisito saltó de la cuna, sonriente la carita molletuda, con los ojos todavía abogatados por el sueño. Metió la mano del lado donde estaban sus zapatitos, con la seguridad de quien sabe dónde está lo que busca, y retiró un lujoso cartucho, lleno de confites y juguetes.

-Mamá, - gritó – mira lo que me trajo el Niño. ¡Qué bonito!

La madre, asombrada, no sabía qué responder, sin darse cuenta del milagro de aquel regalo que no había traído ella.

-Yo lo vi cuando me lo dejó. El pobre… Me dio más pena… Lo mató ese diablo.

-¿Cómo, que tú lo viste?- le preguntó la madre más asombrada todavía.

-Sí. Yo estaba acostado, y todo se puso claro. Creí que era de día y pensé llamarte, cuando vi al Niño que entraba por la pared, ahí, al lado de tu cama.

Era chiquito y tenía puesta una gran capa de pieles como ésa de los reyes, que tú me cuentas. Le arrastraba un pedazo largo, largo. En la cabeza traía su coronita, a los dos lados, de color de frijoles colorados, y me miraba con sus ojitos, como diciéndome: “Todo esto es para ti, Luisito”; y yo contento, gritándole que caminara; porque mira, mamá, todavía no ha aprendido a andar y venía gateando con el cartucho entre los dientes, arrastrándolo despacio, como si le pesara mucho.

-Pero tú soñaste todo eso, Luisito- le interrumpió la mamá, sonreída de orgullo por la imaginación de su chicuelo.

-No señora, que lo vi bien. El pobre… Ya estaba junto a mis zapatos cuando llegó el diablo, con sus ojazos de candela, y sus uñas de garfios, y su rabo… un rabo así, de este tamaño; y sin decirle nada, saltó sobre el Niño, y lo mordió en el pescuezo y lo mató. Cuando yo lo oí gritar me dio un miedo… que no puede ni hablar para llamarte. ¡Qué malo es el diablo! Debe de haber estado escondido detrás del baúl acechando al Niño, calladito; porque yo no lo vi ni lo oí, sino cuando le cayó encima. ¡Jesús, cómo lo mordía y le desgarraba su capita con aquellas uñas!...

-Pero, ya ves que es sueño, hijito. Aquí estarían el cuerpecito y los pedazos de la capa.

-Sí, te parece… Porque se lo llevó a la cocina y allá fue que se lo comió crudo.

Anda y verás los pedazos. Ah, ¿tú no quieres ir? Anda a verlo.

La madre por no contrariarlo, pasó a la cocina, y efectivamente, debajo de una mesa encontró la huella del crimen. Allí estaban los restos de un ratón que Pusito había destrozado esa noche.

Entonces se dio cuenta de aquello, que era como milagro de la Virgen en favor de Luisito.

Los ratones habían hecho un agujero en la pared medianera, comunicando así el dormitorio con un aposento de la casa contigua, que era de una familia rica. Un ratón pilló el cartucho que los padres le habían colocado debajo de la cama al niño, y lo traía arrastrando para llevarlo a su cueva, cuando al pasar por debajo de la cuna de Luis lo asaltó Pusito y le quitó la bolsa y la vida, quedando el rico botín de confituras y juguetes, que el gato no apetecía, como regalo de Pascuas del niñito que había soñado la tragedia idealizada, mientras se estaba verificando.

Tomado de: Cuentos puertoplateños de José Ramón López. Páginas: 111-113

lunes, 16 de diciembre de 2024

Marilyn Armenteros presenta DON SIN COLA, ilustrado por Paloma Velázquez, en hermoso acto en la Biblioteca Nacional Pedro Henríquez Ureña

 

Brunilda Contreras

Una vez leí que para escribir un libro se precisan dos condiciones básicas: tener una historia  que contar y contarla.  A esas dos yo he añadido una tercera: conocer las reglas gramaticales  y las que rigen el género que se desea cultivar.

Creo que Marilyn no ha dudado nunca de que cumplía con el primer requisito, por el gran archivo  de historias que  todos llevamos dentro, avalado  en ella por  su condición   de asidua y apasionada lectora desde muy pequeña.

Marilyn Armenteros

Lo que me ha sorprendido en Marilyn  es su confesión de que nunca había escrito nada que tuviera que ver con la literatura.  Pero sé  que todos llevamos talentos ocultos que solo esperan la oportunidad de emerger a la conciencia despierta, razón por la cual varios autores que abordan el tema del proceso creativo   aconsejan que usemos siempre la frase «Aún no he desarrollado ese don», cuando nos asalte la tentación de afirmar  que no damos para  tal o cual trabajo o actividad.

La obra  que hoy presentamos  a su consideración  es una expresión tangible de ese talento  que Marilyn no había descubierto. Nació como la ejecución de una tarea de carácter libre  asignada al final de un curso de actualización ortográfica, y así se reveló  la capacidad narrativa  de esta autora.

Durante el desarrollo del trabajo para la edición  de Don Sin Cola y otros cuentos  fui confirmando aquello de que  en todo proceso la mitad del placer está  en  el camino, porque este libro es fruto de la sinergia producida por un equipo que aunó buenas voluntades para lograr un producto atractivo. 

Por un lado, el trabajo se facilitó por el entusiasmo  y la facilidad en el trato de su autora, por otro, la intervención de la artista  Paloma Velázquez, quien con tanto gozo y dedicación ilustró el libro, y por la generosidad  de Eric Simó, quien  aportó sus sabias sugerencias para enriquecer la obra. A todo ello se sumó  el entusiasmo de don Vitelio, quien para agasajar a su amada esposa con este libro, precisamente el día de su cumpleaños cubrió generosamente todo el costo de la publicación. 


Marilyn Armenteros  ──que ingresa gozosa  al mágico universo  de la literatura infantil y juvenil── nos sorprende con una prosa ágil, fresca y  amena para disfrute no solo de quienes atraviesan por los estadios a quienes van dirigidos sus cuentos, sino también de los que ya  estamos enfundados en un cuerpo adulto pero conservamos la mirada y la atención en esa tierna criatura  interna que  nos acompañará de por vida.




En este libro  los personajes y roles  están bien definidos y la narración   cumple con  el propósito de  mantener la atención del lector en todo su trayecto y presentar un final interesante en cada uno de los cuentos: una duda, en Don Sin Cola,  para que el lector la disipe, porque las protagonistas aún  se preguntan si resultaron vencedoras o vencidas; una solución saludable  frente a la incomprensión de los demás, sin necesidad de  juzgarlos, en  ¿Cuentos de niños o cosas de adultos?,  y   una atinada lección  en el cuento Paseo al zoológico, que recuerda que no todos los animales peligrosos son grandes ni están enjaulados.

Especial ternura  despierta  el  final de  Mi primera mascota, y  particularmente,  el de El carro de la Barbie,  en que la protagonista descubre ──por intuición  femenina innata── la vía más expedita para llegar al corazón de un padre derretido y lograr su objetivo de recibir  los dos regalos de cumpleaños  a que aspiraba, en vez de uno, como pretendía su progenitor.  

¡Enhorabuena, Marilyn! Te damos la bienvenida y te exhortamos a seguir trabajando y disfrutando de esta experiencia sin par. 

Brunilda Contreras

Escritora de literatura infantil y juvenil

El director de la Biblioteca Nacional, Rafael Peralta Romero, junto al señor Vitelio Mejía Ortiz, presidente de la Liga de Béisbol Profesional de la República Dominicana (LIDOM), y la artista Cinthia Peña Defilló, 

Familia Mejía Armenteros

Niños asistentes a la puesta en circulación del libro de cuentos «DON SIN COLA»

Josanny Moní, maestra de ceremonia del evento





miércoles, 4 de diciembre de 2024

Un viaje inmemorial de Patricio León


Es la primera vez que escribir unas palabras para la presentación de un libro dirigido a la infancia me toma tanto tiempo. Meses largos. Leí el cuento varias veces. Lo terminaba y quedaba en blanco. Me obligué a terminarlo al final del plazo. En cámara rápida, me veo a mí misma, desandando la casa, subiendo y bajando libros, encendiendo y apagando la computadora, saliendo y entrando, enfocándome en el tema y dejándolo… 

En esta historia de Patricio León, al contrario de la mayoría de temas tratados en la literatura infantil dominicana, empezamos con la cosa más triste del mundo (la muerte de un niño), y para empeorarlo, él decide que esto suceda en la época de Navidad.

«Cuento de Navidad» comienza con la siguiente frase: «Empecemos por decir que Marley había muerto». Mientras que «Un viaje inmemorial» lo hace de la siguiente forma: «Un niño acaba de morir. ¿podría ocurrirle algo peor a una familia en víspera de Navidad».

         «Mas la sabiduría de nuestros antepasados resplandece en los símiles, y mis manos profanas no deben perturbarla, o desaparecería el país. Me permitiré pues, repetir enfáticamente que Marley estaba tan muerto como el clavo de una puerta».

Esto que tomo de la primera página de «Cuento de Navidad» de Charles Dickens, me sirve de pie de amigo para adentrarme en «Un viaje inmemorial», relato que tiene mucho del gran escritor clásico inglés. (Para todos es sabido que Patricio ha estudiado los clásicos desde la infancia. Los estudió y ha representado como actor algunas grandes obras).

¿Es tan terrible la muerte?

Los días 1 y 2 de noviembre, hay un país en el mundo hispano, que celebra el día de la parca, contrario a todas las naciones del mundo que la reducen al mundo de los funerales, el terror y la ficción, a pesar de ser parte de la vida. Con esta celebración, México mantiene una tradición de numerosos valores que «Un viaje inmemorial» nos da la oportunidad de apreciar al tratar el tema de la defunción, deceso, fallecimiento, óbito, partida, tránsito, o simplemente muerte en un cuento dirigido a la infancia.

Patricio León, a sus muchos títulos (educador, neuro lingüista, actor, dramaturgo, escritor para adultos y para niños…), suma el de «justiciero», porque observando una realidad común a la infancia mundial, decide ponerle remedio desde la raíz.

Para ello, crea al personaje THEO, quien muere desde la primera página. Este “angelito” tiene un asunto pendiente y se niega a entrar al Cielo como le corresponde por su inocencia y buen comportamiento, reclamando la oportunidad de hablar con el señor que reparte los juguetes: Santa Claus.

Niño, cáncer, muerte, dolor…

Un día conocí la redención de la humanidad a través de un niño que a punto de morir declaraba su amor por Dios, su conformidad, su ausencia absoluta de rabia, ira o descuerdo con lo que consideraba el plan de Dios y la extraordinaria disposición de sentirse elegido por Él. Uno nunca está preparado para enfrentar esto.

Básicamente, Patricio reinicia un patrón, de manera que (a partir de ahora) no solo los padres y tutores, sino los propios niños van a entender que los premios y las penalidades deben tener otro sentido.

Theo, el niño de «Un viaje inmemorial», es muy empático y compasivo. Tanto, que no puede disfrutar de la gloria de ser parte del coro de ángeles del Señor Dios, sin tratar de resolver un problema humano antes de partir definitivamente.

Con lenguaje directo atravesamos el mundo de Inglaterra a Alemania, de allí a Rusia y luego a los Estados Unidos para terminar en un lugar del mundo latinoamericano.

En lugar de mostrarnos los fantasmas de las Navidades pasadas, presentes y futuras, vamos a sorprendernos con tres personajes polémicos como adultos, pero de cuyas infancias, solo investigadores se ocupan.

Adolfo Hitler de Alemania, Iván el Terrible de Rusia y el Grinch, (personaje, creado por Theodor Seuss Geisel-Dr. Seuss, en Norteamérica), para terminar en casa de Tim, un niño típico de América Latina.

El denominador común para todos frente a Santa Claus es que estaban en una lista negra, la de los niños que no podían recibir obsequios porque se habían portado mal, sacado malas notas, desobedecido a sus padres, o quién sabe qué más que sus padres y parientes consideraban inaceptable.

«Un viaje inmemorial» nos va a conducir sin duda a las posiciones de los estructuralistas Hobbes vs Rousseau; y posteriormente a Freud y a Eric Fromm. ¿El ser humano nace bueno o viene con su maldad?

Los de mi edad hemos vivido el maniqueísmo, doctrina filosófica y religiosa que divide todo como hizo Moisés al cruzar el mar Rojo creando dos muros de agua para poder pasar. Así todo es blanco o negro, dulce o salado, bueno o malo… y fue mucho después que la literatura empezó a introducir protagonistas o antagonistas que no eran tan malos como se podía pensar y que tenían sus razones para actuar como lo hacían.

Algo de eso quise yo expresar en mi libro «Agua de Sal» en que la protagonista no puede llorar y en consecuencia, es malvada como psicópata incapaz de la empatía o de sentir el dolor ajeno como propio. Mi solución fue la sabiduría ancestral de una abuela que para mí son mágicas.

La abolición del castigo físico y la violencia en la crianza

No voy a defender esto. De ninguna manera. Pero sì llamo la atención de la tendencia de la sociedad a irse radicalmente de un punto a otro. Ningún padre amoroso quiere hacer daño a su hijo. Pero ocurre que hay muchos caso en que los hijos no son amados y los adultos tienden a volcar sus frustraciones en el castigo. 

La Biblia pone en PROV. 13:24 «El que retiene su vara aborrece a su hijo, pero el que lo ama, lo disciplina con diligencia».

A mí y a mis hermanos nos criaron con la pela. Eso de «a la cama sin cenar» no funcionaba en mi casa. Más adelante, mis hermanos menores fueron corregidos por mi segundo hermano que asumió el papel de padre. Creo que los dos varones menores fueron muy traviesos y bravucones.  Sin embargo, gran parte de los dominicanos se están criando hoy día sin una sola nalgada, correazo o bofetada, sin un cocotazo, sin un chancletazo. Mi nieta de 7 años, por ejemplo. Mi nieto postizo Silvio, que ya tiene 18 años. Y ciertamente, es la época de la autoestima alta. Dios sabrá lo que vendrá después.

Voy a citar al doctor norteamericano Dave Miller en su artículo “Los Hijos y la Vara de la Corrección” aparecido en Apologeticspress.org/:

Obviamente se necesita un balance apropiado entre la corrección y/o amonestación verbal y la aplicación del castigo corporal, como se puede notar en las siguientes palabras: “La vara y la corrección dan sabiduría; mas el muchacho consentido avergonzará a su madre. Corrige a tu hijo, y te dará descanso, y dará alegría a tu alma” (29:15,17, énfasis añadido). No se puede subestimar ni disminuir exitosamente la gran importancia de la interacción entre la instrucción, la amonestación y la crianza positiva, juntamente con el castigo físico adecuado.

«Un viaje inmemorial» plantea mucho más que la muerte del pequeño Theo y su afán para impedir que en el mundo nazcan malvados. Porque definitivamente, para el pequeño Theo «Los villanos no nacen, se hacen»

Creemos que la vida, el crecimiento es un gran mapa de prueba y error. ¿Qué habría pasado de tener Hitler un padrastro amoroso y capaz de amarlo y conducirlo? ¿Cómo habría sido Iván, de no haber muerto su padre cuando tenía tres años y su madre cuando tenía ocho años? Y el Grinch, ¿por qué tenía el corazón encogido y odiaba el sonido del júbilo de los demás que para él era ruido? ¿Cuál es el futuro de Tim si solo se hace énfasis en sus carencias y no en sus bondades?


Patricio Leòn

Patricio León está renovando la literatura infantil dominicana con un toque distinto y fresco de la profundidad temática. Sus múltiples disciplinas lo llevan a enfocar los temas no solo con creatividad y originalidad. Él aporta nuevos enfoques que nos permiten dimensionar sus temas.

No creo que deba seguir extendiéndome, ya que la maravilla de la literatura es que cada lector va a enfocar su mente en los aspectos que considere más cercanos a sus conocimientos y experiencias, de donde sacará sus conclusiones.

Mención especial para Taína Almodóvar, cuyo talento ha complementado la historia que nos ocupa con su acostumbrada maestría en el arte de la ilustración de libros dirigidos a los niños.

Felicito a Patricio León por este aporte a la literatura infantil dominicana y deseo que siga produciendo, creando para nuestro país obras que nos enorgullezcan.

Dejamos el planteamiento tal como nos lo transmite el autor de este viaje, que sin dudas se «extiende o existe más allá del alcance de la memoria, el registro o la tradición».



Leibi NG

4/11/2024




LA MARIPOSA QUE TENÍA MIEDO DE CRECER