viernes, 23 de marzo de 2018

EL MÉDICO DE DUARTE: Manuel Guerrero y Peña




Por Cristina Billini Morales (biznieta)

El Doctor Manuel Guerrero y Peña, nació en esta ciudad de Santo Domingo de Guzmán en la casa solariega de sus padres, situada en el lugar que hoy ocupa el Teatro Capitolio, frente a la Catedral y al Parque colón, y allí discurrió toda su infancia.
Era hijo del matrimonio de Don Manuel Guerrero, natural de Cataluña (España), quien era farmacéutico de profesión y de Doña Andrea peña, natural de Islas Canarias.
Desde muy temprana edad mostró gran afición a la medicina, habiendo sido un aventajado discípulo del Doctor Manuel María Valverde, con quien compartía la atención de sus numerosos enfermos.
Muy joven aún contrajo matrimonio con Aurelia Lezo Martínez, hija de Vicente Lezo y de Francisca Martínez, ambos españoles (Vizcaínos) y con ella procreó una numerosa familia.
Poseía una personalidad polifacética, ya que era Doctor en medicina, tocaba el violín, pintaba al óleo y era pirotécnico.
Profesaba una gran fe religiosa, heredada de sus mayores, de lo cual pueden dar testimonio los recuerdos dejados por su padre a la Santa Iglesia Catedral, quien envió expresamente a Cataluña dos cuadros que representaban a San Pedro y a San Pablo, los cuales siempre estuvieron colgados de ambos lados del presbiterio y sirvieron como modelos para ejecutar las imágenes de los doce apóstoles.
Es por eso que están repetidos los cuadros de esos dos apóstoles.
El Lunes Santo, dedicado en aquel entonces al culto de Jesús en la columna en la Catedral, era como llamaban una fiesta de campana grande, por su solemnidad y la costeaba el Doctor Guerrero.
Una orquesta de cuerdas, amenizaba durante todo el día las ceremonias religiosas y hasta los paños del altar eran llevados de la casa de la familia Guerrero, y eran arreglados por Matilde, una de sus hijas.
Como médico, se dedicó con eficiencia al ejercicio de su profesión, y muy especialmente a la curación de la fiebre tifoidea, el tifus, la fiebre amarilla y el cólera, lo cual le valió el sobrenombre de “EL CUCHILLO DE LAS FIEBRES”.
En una ocasión vinieron al país unos geólogos franceses con el objeto de hacer unos estudios de minería en San Juan de la Maguana. Los geólogos fueron atacados de fiebre amarilla, y para su curación fue llamado el Doctor Guerrero, el cual se trasladó inmediatamente a San Juan.
A su regreso, habiéndoles devuelto la salud, se presentó a su esposa con un talego lleno de onzas de oro, como recompensa de ellos por haberles salvado la vida.
Con ese dinero compró una residencia situada frente al Parque Colón, donde estuvo muchos años más tarde el “HOTEL COLÓN” y la cual obsequió a su esposa el día que nació su primer hijo, quien llevó su nombre, Manuel, y al cual apodaban Lico, el cual era ahijado de Duarte.
También compró una gran estancia, situada frente a la playa de San Jerónimo y hizo plantar numerosos árboles frutales, entre los cuales, se distinguían las matas de mango traídas expresamente por él, de Curazao, y es por ello que a esos frutos les llamaron desde entonces mangos Guerrero.
Sus aficiones artísticas eran la música y la pintura; tocaba el violín y pintaba al óleo. Tres cuadros pintados por él se conservan aún; uno que es el retrato de su madre, el cual es de gran tamaño, y conservamos en nuestra casa, y dos que representan figuras religiosas La Dolorosa y San Francisco de Paula, los cuales obsequiamos al Museo de Duarte.
Estas aficiones artísticas fueron heredadas por su hijo Abelardo Rodríguez, quien además era escultor y fotógrafo.
Como pirotécnico fabricaba fuegos artificiales, los cuales obsequiaba a la iglesia, en las festividades religiosas, muy especialmente en las de los santos de su devoción.
Fue colaborador de Duarte, de quien era médico, amigo íntimo y compadre, en sus luchas por la Independencia. Reconstruyó a su costo la cárcel vieja, la cual estaba situada frente al Parque Colón, en el local que hoy ocupan algunas oficinas de Rentas Internas, para que funcionase el teatro de la sociedad patriótica “LA FILANTRÓPICA”.
En ese teatro representaba los miembros de esa sociedad muchas obras, especialmente aquellas escritas en España, cuando la invasión napoleónica, por adaptarse perfectamente al ambiente nuestro pueblo en esa época.
Allí iba Duarte con sus Compañeros y cuando terminaban las representaciones, a la salid se reunía en la casa del Doctor Guerrero, en la trastienda de la farmacia de su padre.
Para no despertar sospechas y burlar el espionaje del gobierno haitiano, Duarte se apostaba en las almenas de la Catedral, y allí escondido tomaba el santo y seña a sus compañeros, los cuales iban entrando uno a uno en la casa del Doctor Guerrero.
Cuando el Gobierno Haitiano descubrió las actividades de los trinitarios, fueron éstos perseguidos. Duarte tuvo que esconderse en distintas casas amigas para no ser apresado y a Sánchez lo hicieron pasar por muerto sus familiares, lo cual pudieron hacer porque, había estado gravemente enfermo con pulmonía y fue el Doctor Guerrero quien le asistió, pues era también su médico, y quien puso a los dos en comunicación, es decir, a Sánchez con Duarte, antes de este último marcharse al exilio.
El 27 de Febrero de 1844, día de la proclamación de nuestra Independencia, asistió a la Puerta del Conde.
Años más tarde, cuando proclamaron la anexión a España, se opuso a ésta, lo que dio por resultado que el General Santana le enviara a su hija Silveria a quien apodaban Cholita y estaba casada con Leopoldo Damirón, como rehén a Puerto Rico.
No obstante, como padre amoroso y comprensivo, consintió en el matrimonio de su hija Aurelia, quien era mi abuela, con oficial del Ejército Español, Claudio Casto Morales de Lacalle, Alférez y Oficial de la Administración de Rentas, quien había elevado una súplica a su Majestad la Reina de España para que le diera el permiso para contraer matrimonio, antes de la desocupación de las tropas españolas, ya que ambos se encontraban en bandos contrarios.
La Reina dio su consentimiento, se celebraron las bodas y partieron para La Habana. Un año más tarde renunció él a la carrera militar y regresaron a Santo Domingo, y aquí vivió y murió como un dominicano más.
El Doctor Guerrero no tuvo larga vida, porque un accidente le tronchó a destiempo. Tenía gran devoción a la Virgen de las Mercedes, Patrona de la República, y acostumbraba todos los años hacer unos fuegos artificiales, especialmente para el día de su fiesta, el 24 de septiembre.
Al atacar la pólvora con una virola, explotó. La explosión le causó serias quemaduras y heridas en la mano derecha. Inútiles fueron los esfuerzos para salvarle la vida, ya que como consecuencia de esas quemaduras y heridas fue atacado de tétano, y él como médico fue el primero en reconocerlo y en aceptar como segura su muerte.
Al terminar este relato, solo me resta decir, que lamento grandemente no haberlo escrito en vida de mi querida madre, porque le hubiera proporcionado una gran satisfacción para ella, ya que siempre conservó hasta su muerte un cariñoso recuerdo de su abuelo: Papá Guerrero.

NOTA: El Dr. Manuel Guerrero y Peña es el Tatarabuelo del Profesor José Antinoe Fiallo Billini

Jueves, 27 de febrero de 1969. Listín Diario


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