Acabo de leer BREDO, EL PEZ, de José M. Fernández Pequeño, y no quería, no quería terminar, no porque quisiera un texto de mayor volumen, sino porque me pareció extraordinario. ¡Un texto maravilloso! Junto a Bredo, viví en el estanque[la isla], sentí sus pasiones y sus miedos; también sentí y sufrí el mazo y las artimañas del poder. Junto a él exploré las profundidades del océano[mundo] —y vi como la luz del sol ilumina las espaldas a aqullxs que nadan bajo su sombra—, y me amisté de las diversas criaturas que allí[aquí] moran. Lo disfruté tanto que hasta me salió una moraleja (y perdónenme el atrevimiento, que de esto yo no sé):
En patio grande o pequeño
pocas cosas nos motivan
como crecer, no de barriga,
sino de los ojos pa’ dentro.
Todxs somos muy valiosxs,
rarxs y hermosxs, y (casi) todxs
brillamos y somos más felices,
y quien lo sepa que lo grite,
cuando vivimos en libertad.
Gracias Pequeño, por este gran libro.
¡Crece nuestra literatura infantil y juvenil!
ka
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