martes, 8 de abril de 2014

Dromedáriux: La batalla del armario de Pedro Antonio Valdez

"Cuando el canal era un río,
cuando el estanque era el mar,
y navegar  era jugar con el viento.
Era una sonrisa a tiempo,
fugándose feliz
de país en país,
entre la escuela y mi casa
después el tiempo pasa…" 

Barquito de papel. Joan Manuel Serrat

¡Auxilio! Dromedario está "solo" en casa.


Pedro Antonio Valdez es un osado. Me lo imagino samurai, katana en mano abriéndole el camino a los de atrás. Ya había incursionado en la literatura juvenil con PALOMOS que empiezo a releer o a leer de verdad (porque leer de prisa no es leer); y ahora entra a la literatura infantil para instalarse de mano de un gran premio: El Barco de Vapor 2013 en su versión dominicana.
Dromedariux es un texto innovador, como es su autor, alguien que tras su risita siempre tiene mil razones para afincar en lo dominicano cualquier argumento universal.
Un texto inquietante y que seguro tendrá sus detractores a la hora de pensar en "darle argumento al enemigo"; pero que me sorprendió riéndome a carcajadas delante de la gente, como sólo pueden hacerlo los textos valientes, dirigidos, bien hechos...
Una obra que recupera para la infancia lo invaluable de usar la imaginación para convertir en juguetes un palito, un alambre, un pote vacío, la caja de un perfume, la nevera, o lo que sea.
Un libro que sostiene la capacidad creativa de los niños para convertir el entorno a puro ingenio.
Se trata de un chico  (no más de 9 años), que ha pasado la edad de la conciencia pero que todavía "no es gente". Original en sí mismo, este protagonista no está adocenado y no ve el mundo como el resto de la humanidad lo cual se nota al conocer su opinión sobre las tareas o trabajo escolar para hacer en casa.
Sin más nombre que el mote impuesto por su hermana y por él transformado: Dromedario = Dromedáriux, sin más guardián que la tía Lola a quien deberíamos llamar inútil por autoritaria de palabra y sumisa de acción; sin más dominio que la casa desolada con todos sus enseres, muebles y pertenencias; sin otro oficio que ocupar su ocio y con la terrible, magnífica, mortífera y exterminadora arma de su imaginación, el niño se transforma a si mismo en guerrero intergaláctico y todo lo cotidiano se vuelve sideral, dimensionado, mostrenco y vivo.
No voy a decir lo que pasa en el libro porque el que deje pasar la oportunidad de leerlo es un quedao. Lo único que digo es que si buscamos literatura para los niños que sea realmente divertida Dromedáriux y su secuela (porque viene en serie) es lo más innovador, original y auténtico que tenemos los dominicanos. Lo de educar, cae por su propio peso. Yo también prometo volver sobre Dromedáriux a través de esta obra que a fuerza de exageración nos enfrenta con la posibilidad de CAMBIAR la realidad que agobia, DESDE ADENTRO y para que conste, lo firmo.

©Leibi NG


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