La Gatita Mima de Mary Collins de Colado
Por Leibi Ng
Todos sabemos que ahora vamos a hablar de gatos y de plantas. Tenemos un libro nuevo con personajes antiguos y nuevos. Tenemos que de uno surgen tres y tenemos que se puede a estas alturas, editar libros para la infancia aunque muy pocos puedan comer de sus ganancias.
Hoy he pensado mucho en la universalidad de la literatura. Un consejo que me dio Manuel Mora Serrano cuando le presenté un cuento que localizaba la acción en la avenida Duarte con Mella. Él me aconsejó no ser tan localista sin que esto se malinterprete. Y lo recuerdo porque los jardines o patios de La Gatita Mima pueden estar en Arroyo Hondo o en el Ensanche La Julia. La felina doméstica puede ser de cualquier raza y todo fluye porque los sentimientos de los cuales hablamos son propios de todo el mundo.
Mary vive con un pie aquí y otro en Europa. En todo lugar es inquieta, activa y creadora. La mayoría de las mujeres estamos satisfechas con una familia perfecta. Mary la tiene, doy fe, pero sigue buscando porque sabe que hay más. Ella sabe que faltan muchos libros, que hay mucha creatividad expósita, o sea, huérfana; y muchísimos lectores por delante. Ella sabe que la literatura infantil y juvenil no es un juego aunque desde el orden lúdico la trabaje a conciencia.
Y desde que empezamos con este oficio, allá por 1982, la literatura infantil y juvenil dominicana ha dado un gran salto cualitativo que nos enorgullece y satisface.
Sin personas como Mary Collins de Colado, abeja zumbadora que a pruebas se remite dando mieles, más el grupo que logró aglutinarse en torno a la literatura específicamente dirigida a niños y jóvenes (Grupo Pedro Henríquez Ureña y Círculo Dominicano de Escritores para Niños y Jóvenes), los logros de hoy día no serían tan lustrosos, apetecibles y tan suculentos como la Hojita Violeta que una vez caída encontró ayuda para hacer pie del pecíolo y finalmente florecer.
Yo debo hablar de las bondades de La gatita Mima, pero no puedo hacerlo sin pensar en todo el esfuerzo que significa llegar hasta este momento.
Se cuentan con los dedos de las manos los autores, que como Mary han sido publicados por casas editoriales internacionales como Norma, Santillana, etc. Afortunadamente, se suman cada vez más. Y entre ellos, algunos muy activos siguen produciendo con calidad, como sé le sucede a César Sánchez Beras, merecido Premio Nacional de Literatura Infantil 2004, que me dijo tiene varios proyectos.
Yo no sé por cuántos PINTAILUSTRA va la serie que Mary Collins fundó para asociar las imágenes bellas a las palabras bonitas; o juntar las pinturas multicolores con las letras danzantes; o dibujar las palabras, o palabrear con los dibujos y las pinturas, yo no sé…
No sé en cuántas Ferias del Libro ha participado con ideas novedosas para la multitud: papelógrafos, dramatizaciones, periódicos de cordel, murales, concursos, globos, lecturas colectivas, salvavidas, paracaídas, piscinas… ¡en fin! Algún día leeremos todo lo que Mary ha utilizado para lograr interesar a los pequeños en la literatura y la vamos a valorar en su justa medida.
Hoy, gracias a la Casa Editorial Santuario, (cuyo nombre encuentro muy bien puesto porque no entiendo bien cómo es que puede publicar tantos libros, por lo que en mi mente es cosa milagrosa y de altares); Mary Collins de Colado nos regala un nuevo libro alrededor de un cuento que a pesar de haber nacido hace tiempo, no ha cumplido su cuota de vida en el tiempo de diversión de los que amamos la literatura porque los cuentos buenos no caducan jamás.
Y a este cuento se le agregan dos con la misma protagonista, elegante, ligera, sencilla y panteísta que desde su jardín nos muestra el mundo del sosiego. Un sosiego relativo que a veces algo amenaza, como una escoba frenética, un aguacero tropical, un visitante inesperado o un instinto desatado.
Pero hay más. Como Mary no puede vivir sin la poesía, termina el círculo con un punto bien rítmico que si no fuera irreverente de mi parte hacia la intachable conducta de esta autora, casi inglesa, le pondría un vestido de rap.
Pero entre poesía y tres cuentos: ¿cuál es la columna vertebral que los hilvana? ¿Qué música suena alrededor de estas palabras que despiertan imágenes? Se oye el maullido tierno, quedo, mágico de Mima a mi costado. Se ve su pelambre blanco, suave, limpio cruzando ante nuestros ojos como una ráfaga láctea. Se siente el aroma de las violetas en un día en que ha escampado y las plantas sueltan su áurea de límpida energía.
Primero, Mima es solidaria con Hojita de Violeta y la salva. La Naturaleza sabia y constante, las premia a ambas al reproducirlas, las dos amigas “florecen”.
Después, Mima se regocija con la llegada de la primavera que se dice pronto pero encierra el RENACER y esa palabra es mucha palabra.
En el tercer relato, Mima se deja llevar por su instinto cazador y comprueba que se ha metido en un grave problema del cual podrá salir gracias a la solidaridad para con ella de una bandada de garzas blancas (que dicho sea de paso: una a una no pesan, pero todas unidas hacen bajar a la rama donde la gata se encuentra atrapada), cerrando el círculo con la aplicación de la Ley de Correspondencia: el bien que hagas te será devuelto. Igual el mal.
Por último, el libro ofrece la singular poesía que narra el primer cuento con versos ágiles como Mima y florecientes como la Violeta.
Lo que Mary Collins de Colado transmite en este libro no está en sus palabras, ni en sus ilustraciones hermosas, ni en la trama, ni en el desenlace. Lo que los pequeños lectores van a captar de esta lectura es el trance bienhechor del alma con la naturaleza. Una naturaleza que aspira un orden, una secuencia, a un tiempo para dar y otro para recibir.
Hay belleza en los personajes y en el ambiente descrito, hay inteligencia en la forma de resolver los conflictos, hay valores como la solidaridad, la amistad, la capacidad de aprender de nuestros errores, el respeto a la naturaleza y a los procesos que la transforman… La gatita Mima como todas las obras de esta autora se centran en la fábula creativa de la armonía existencial.
Deseo que La gatita Mima llegue a todos con su hálito de sosiego y confianza, porque no hay dudas de que para escribir LIJ hay que tener FE y Mary Collins de Colado posee una fe inquebrantable en la infancia para la cual escribe.
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