domingo, 25 de julio de 2010

Juan Antonio Alix

Un campesino dominicano


que estuvo en Haití vendiendo unos andullos y
a su regreso tuvo una entrevista muy curiosa
con el que suscribe.
(A dos amigos puertoplateños)


Del campo un dominicano
que pasó a vender andullos,
en dos borriquitos suyos
a no sé qué pueblo haitiano,
así me contó: ¡critiano
ni Dio comprende esa gente!
Caicule que laguaidiente
allá le dicen tafiá,
a lo jalitao llengá
y penchó ai pan caliente.

Los frijole colorao
puá rus lo llaman allá,
a la brujería guangá
y a lo sombrero chapao.
Malfiní é guaraguao
lo guandule puá congó
Bonyé le dicen a Dio,
a lo brujo lugarú
y a lo jefe dei judú
le dicen papá Bocó.

Lo memo la macarela,
la titulan macrilló
lo molondrone gombó
y difé a la candela.
A la paila o casuela
le dicen allá shodié;
a lo sapato sulié,
puesón ai peje o pecao
y en siendo el arró graniao
le dicen durí grené.

Yo andube toitico Haití
y no encontré un condenao
que dijera bacalao
sino todo la murí.
Al arró llaman durí,
a la cebolla loñón,
a lo cochino cochón.
Lo fideo vermichel
a la sal le dicen sel
y creviche ai camarón.

En siendo peje salao
le dicen puesón salé
como banan bucané
llaman ai plátano asao.
Pero siendo sancochao
le dicen banan bullí,
a la ñica saloprí
a lo sajice pimán,
lo mamone cachimán
y a lo niño anfán pití.

Al agua le dicen gló,
ai queso llaman fromalle,
una e juna calle
y finí que se acabó;
allí nadie dice fó
como nosotro jaquí,
cuando viene a la narí
ei bajo de aigún parrá!
el haitiano dice allá:
«¡A la peté qui santi!»

Un sancocho, e ebullón
ñon eguille es una aguja
como ei casabe de bruja
ello lo llaman llonllón.
A lo caibone charbon,
ai quitasoi, paresol,
guanábana, corosol,
ñon chandel e juna vela;
y a la maidita viruela
le dicen pití verol.

Al aceite llaman huil,
aguacate sabocá,
y a la piña ananá
como porcanel, cajuil;
allá perejil, persil,
el melao allí siró,
lo mameye, abricó,
la yuca llaman mañoc,
a lo gallo viejo coc,
y ai sapo llaman grapó.

Lo que aquí llaman letrina
por allá e cae brulé,
como si dijera uté
la casa quemada en ruina,
donde allí la chamuchina
o gente de poca nota,
entra allí y se ñengota
en un brulé o aposento,
y se despacha al momento
dejando allí su pelota.

Conque saque uté la cuenta
siño Juan Antoño Elí,
y dígame si en Haití
cuaiquiera no se revienta;
en eso de compra y benta
yo le pueo asegurai,
que si no sabe coitai
de esa gente ei lenguaraje,
ni la toitilla dei biaje
uté no la pue sacai.

Jata otro día, con su licencia.

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